Cosecharon la simpatía y el apoyo de los amantes de este deporte desde el primer momento al encarar el rally más duro del planeta abordo del Rápido, un mítico Rastrojero. Luego, al ir superando cada etapa, la dupla integrada por el piloto cordobés José Antonio Blangino y su navegante quilmeño Luciano Gagliardi, se convirtió en un verdadero furor y, el país fierrero, festejó como un triunfo que llegaran a la meta, logrando, con un presupuesto reducido, lo que muchos equipos profesionales no consiguieron: completar el recorrido del Dakar 2017, con un digno puesto 36, entre 51 autos clasificados.

No fue sorpresa que el podio completo de la competencia quedara en poder de los Peugeot 3008DKR de Stéphane Peterhansel, Sébastien Loeb y Cyril Despres, se trató del resultado esperado para la escudería más grande de la carrera, sin embargo, el viejo utilitario nacional fue el gran vencedor para los corazones argentinos. “This is Dakar, man”, repetía Peterhansel para las cámaras desde su cabina con aire acondicionado, mientras que a Blangino se lo escuchó retrucar: “Esto es el Dakar, amigo. Cuando tengo calor, bajo la ventanilla del Rastro”.

El Rápido fue diseñado y construido por el propio Blangino partiendo de la base de un Rastrojero original que fue modificado para recibir un motor V8 de Camaro y al que se le añadieron todas las medidas de seguridad exigidas por el reglamento para poder participar de la competencia que atravesó Paraguay, Bolivia y Argentina.

¿Por qué en un Rastrojero?

“Elegimos el Rastrojero porque ambos tenemos un gran espíritu nacionalista. Es un orgullo para nosotros poder competir con un vehículo íntegramente nacional. Los dos aprendimos a manejar con uno igual y cuando José me propuso utilizarlo para correr el Dakar acepté sin dudarlo. Corrimos el Desafío Chaco y algunas pruebas para desarrollar y aumentar la confiabilidad de la unidad. Llegamos de la mejor manera a esta edición del Dakar, la cual fue tan dura y exigente como las anteriores”, explica Gagliardi.

Creado por IAME (Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado), el Rastrojero se comenzó a producir a partir de 1952. Debe su nombre a su propósito de “marchar sobre el rastrojo del campo” (residuo de cosecha). La primer generación se desarrolló entre 1952 y 1969. Estaban equipados con motores de los tractores Empire, un Willys Overland naftero de 2.2 litros, y montados a un chasis similar a los antiguos Ford ’37. Su carrocería constaba de una pequeña caja de madera con capacidad para media tonelada de carga y una cabina que rememoraba a las antiguas coupés norteamericanas. Su aspecto era demasiado rústico, pero resultaba fiable a la hora de trabajar en el campo.

La demanda por este confiable vehículo fue creciendo, por lo que en 1954 comenzó a fabricarse la versión más popular: El Rastrojero Diésel. Este utilitario venía equipado con un motor diésel Borgward D4M de 1758 cm³, el cual ofrecía 42 CV de potencia. Fue el modelo más fabricado y vendido, sobrepasando las 26 mil unidades. 
La segunda generación se desarrolló entre 1969 y 1979, con rediseño total en su carrocería. El nuevo modelo tomaba el aspecto de un vehículo más duro que el anterior.

Si bien pasaron muchos años, y no se ven muy a menudo, el Rastrojero sigue vigente en el corazón de los argentinos, quienes alentaron a Blangino y Gagliardi desde el minuto cero hasta que lograron completar el rally más extremo del planeta a bordo de este icónico vehículo nacional.