Ya no habrá espacio para el milagro. Quilmes dejó pasar la última oportunidad de dar batalla hasta el final por permanecer en Primera. La fría noche de lunes fue la postal perfecta para un desenlace nunca deseado. La derrota ante Patronato dejó al equipo pendiente de un hilo y solo es cuestión de tiempo para que se decrete su descenso de categoría. Esta vez, los de Cristian Díaz fueron superiores a un pobre rival pero, una vez más, fallaron en la eficacia. Fue internado Orihuela.

Hizo todo mal a lo largo de la temporada y ahora está pagando sus consecuencias. Quizás, en el partido que menos lo mereció, sufrió la peor derrota de todas las que viene hilvanando en cadena desde hace varios meses. Porque esta inmerecida caída ante los de Paraná, dejó muy expuesto al QAC de cara a su futro. Ya solo es cuestión de matemáticas, para que se defina su triste desenlace.

Es cierto, esta vez mostró más enjundia, una mejor capacidad de elaboración y una postura cien por ciento ofensiva que lo hicieron superior a su rival durante casi todo el juego. Pero ( en la vida de este Quilmes actual hay muchos peros)… volvió a caer en errores habituales. El principal de todos: su poco poder de gol, la incapacidad de ser certero o más criterioso a la hora de contar con opciones de peligro. Para un conjunto que no suele generar tantas, ante Patronato desperdició demasiado.

Y el otro detalle negativo es su fragilidad defensiva. Se expone mal, marca peor y en una contra veloz, la visita dejó a Bertocchi, que hoy fue delantero, mano a mano con Rigamonti. E la única que el uno no pudo controlar, se dio el único tanto que tuvo el juego. Claro, después de eso llegaron los apuros, los nervios y una mayor confusión a la que habitualmente muestran los de Díaz, lo que hizo todo más complicado.

Un párrafo aparte para la seria lesión de Matías Orihuela, que a la hora de querer intervenir para mandar el balón a la red (tocó la pelota en offside), recibió un descalificador planchazo de Iván Furios que obligó al ingreso de la ambulancia para que sea trasladado al haber sufrido un traumatismo de columna cervical y cráneo con cuadro convulsivo y pérdida de conocimiento. Seguirá siendo observado pero, por suerte, la evolución es muy satisfactoria.

Volviendo a lo futbolístico, ahora solo resta esperar por el desenlace. Quedan tres partidos, casi un mes más de acción para ir pensando en que hacer y cómo afrontar lo que viene. Llegó el momento de tomar decisiones desde lo deportivo, ya que por no hacerlo a tiempo, el equipo terminará derrumbado y con otro punto negativo en su historia deportiva.