El paso por Tandil fue de una involución total para Quilmes. Es que, no solo perdió los mínimos argumentos positivos que venía mostrando en las jornadas anteriores, sino que Santamarina terminó sacando a la luz las debilidades y las carencias que el equipo no ha logrado suplir desde el comienzo del campeonato y que solo fueron tapadas por algunos triunfos. En una cancha en mal estado y a partir de errores groseros rivales, el local edificó una victoria más que justa.

Parecía que los buenos resultados iban a darle el tiempo necesario al equipo para acomodarse y terminar corrigiendo los distintos aspectos del juego que fueron una carga desde que dio inicio el torneo. Pero esto no ocurrió y en Tandil tuvo su peor presentación: volvieron las dudas defensivas (el sector más sólido del equipo hasta el momento), no mostró corte ni generación de juego en la mitad de la cancha y le falta peso en ofensiva.

Encima, se regaló en el arranque y el rival lo facturó. Un amala entrega de Romero y peor dominio del balón de Larrea dejaron a Pierce solo, que definió de forma correcta ante Trípodi. Aunque el pésimo estado de la cancha le jugó en contra, el QAC intentó recuperarse y cuando comenzaba a merodear, volvió a mostrar flaquezas defensivas: la última línea dio mal el paso adelante, Albarracín quedó enganchado y Michel aprovechó para definir cruzado.

A esa altura, Santamarina ya justificaba el triunfo y el peso de los dos goles parecían definitivos para un conjunto al que le cuesta convertir… Pero en el inicio mismo del segundo tiempo, un buen tiro libre de Caneo, le permitió a Cadenazzi anotar con un testazo y despertó la expectativa. Le duró poco: un saque del arquero Papaleo y un mejor control de Michel, permitieron el remate de la figura de la cancha, ante la pasividad de los defensores y un mal cálculo de Trípodi.

A partir de allí, el Cervecero se entregó mansamente a su realidad. Los locales controlaron el andar del partido y solo por una corajeada de Alvarez debieron sufrir hasta el final: la hizo toda el lateral izquierdo, que descargó de forma correcta para un centro que fue desviado entre Gonzalez Bordó y Tissera, ante la presión del delantero visitante. Faltaba un puñado de minutos pero, pese a que tuvo la pelota, a los dirigidos por Nardo no se le cayeron ideas ni tuvieron la determinación de ir en busca de un empate que, a esa altura, hubiera sido milagroso.

Derrota que genera preocupación. Y no principalmente por el resultado, teniendo en cuenta que la punta aún sigue estando bastante cerca, sino por el rendimiento y el poco crecimiento de un Quilmes que parece escudarse en una idea de manual que no termina de salirle y que empieza a ponerse en duda de acá en más.