Este sábado dio comienzo una nueva temporada de la Escuela de Estimulación Deportiva, que dirige Sol Ibáñez en el Quilmes Atlético Club. La misma está orientada a personas con capacidades diferentes, de diversas edades. Las clases se dictan en el estadio de básquet Julio Tosso, ubicado en el primer piso de la sede ubicada en Guido y Paz. El 2014 será un año lleno de desafíos, muchas novedades y variados compromisos para este grupo de 60 chicos que se superan día a día y van mejorando su calidad de vida.

A la escuela asisten niños, jóvenes y adultos con diversas patologías, como por ejemplo TGD, autismo, síndrome de down, retraso madurativo, entre otras, que están bajo la atenta mirada de los profes que colaboran y enseñan este deporte. “El básquet los ayuda mucho. Es una coordinación total, aprenden a manejar su cuerpo, ellos no tienen noción de espacio y están aprendiendo a hacerlo; aprenden a manejar derecha-izquierda. Por eso insistimos en que sea básquet y no otro deporte", asegura Ibáñez, creadora de la escuela.

“Cuando todos adaptan el deporte al chico nosotros dijimos no, vamos a hacer lo contrario. Me dijeron que estaba loca porque nunca los iba a ver jugar... bueno, estaré loca les dije. El año pasado cuando nos vieron desde la Federación, nos invitaron a jugar con convencionales. Entonces empezamos a hacer Básquet por la inclusión: vinieron Varela Juniors, Obras, Villa Mercado, Estudiantes, El Pato, Boca, Unión Varela, Sol de Oro y Argentino de Quilmes. Además tenemos la posibilidad de que federen a cuatro chicos y jueguen en un club con convencionales, en la categoría que dé su edad mental según una junta médica", manifestó Sol.

Hace 14 años atrás se inició este proyecto que terminó siendo una realidad. “Empecé con Maxi, que tiene síndrome de down, cuando vi que vino a entrenar y le dijeron que no porque no estaban capacitados para hacerlo. Entonces vi la cara de sufrimiento de él, y de los padres, y dije ¿por qué no le enseño yo? No sabía nada más que tirar al aro, pero les dije que me animaba y que íbamos a ver qué pasaba. Así empezamos los sábados, Maxi y yo, solos”, explica la profe. Al otro año se sumaron Lucas, Rodrigo, y Meli, amigos de Maxi, con distintas patologías; las edades iban de 12 a 15 años. Al siguiente vino Agustín, de seis años, con un amigo; al otro, Kevin; después Diego, Javi, Martín y Sole.

A esa altura, en 2007, para Sol era complicado llevar adelante una clase con tantas patologías distintas y únicamente ella a cargo, por lo que invitó a Miguel Galván, jugador de U17 del QAC para que la ayude. “Migue venía con una cara de susto terrible, cuando llegó Meli le dijo no tengas miedo porque nosotros no somos extraterrestres. Migue se quedó duro. Empezamos siendo dos, más tarde se sumó Facundo Ledesma hasta el 2012”, comenta. Llegaban currículum de Chile, Puerto Rico, ya que querían aprender pero solventar los costos se hacía complicado, y fue ahí cuando se incorporaron Gonza, Nico, Manu, Emi y Paula (jugadora de la primera del QAC).

Tras mucho esfuerzo, trabajo, dedicación y amor por lo que hacen, Sol y su equipo lograron objetivos muy importantes: alumnos bajaron la dosis de medicación considerablemente; estuvieron en el partido de la Selección Argentina en el estadio Obras en 2013; un gran número de instituciones tienen como modelo de la escuela e invitan a Sol para dar charlas y explicar los métodos; participaron del Encuentro Nacional de Mini-Básquet; jugaron partidos con chicos convencionales; fueron invitados a la carrera de Manu Ginóbili y, por sobre todo, ven cómo los chicos se van incluyendo de a poco.

Después de tanto sacrificio, hoy se ven sus frutos, y los horizontes y objetivos de este grupo siguen creciendo. Un grupo que nunca se da por vencido, que la pelea día a día y nos da un ejemplo de vida.