Inesperado no, doloroso sí. Este Quilmes que apuntaba a confirmar la levantada de jornadas anteriores, volvió a pecar como visitante. Ante un rival limitado y en situación angustiante como este Olimpo, se fue desinflando con el correr de los minutos, principalmente, a partir de la ventaja de los bahienses en el tanteador. Más allá de eso, no tuvo libreto, falló en todas las líneas y otra vez hubo rendimientos muy bajos. Un resultado que vuelve a poner en escena las decisiones futbolísticas que deberán tomarse en el corto plazo.

Era una oportunidad inmejorable, pero el Cervecero la dejó pasar. Era el juego de la reivindicación, de conseguir dos resultados positivos de forma consecutiva, de ver con otros ojos el desenlace del semestre y hasta de empezar a olvidarse del último puesto de la tabla de posiciones. Era. Porque los dirigidos por Quattrocchi no mostraron rasgo positivo alguno y perdieron merecidamente ante un adversario muy limitado.

Si hubo un plan de parte del QAC para este compromiso, seguramente habrá sido el del primer cuarto de hora: un equipo que recuperaba rápido la pelota, que salía velozmente por los costados, pero le costó muchísimo aprovechar los espacios que dejaba Olimpo, por la poca precisión de Cabrera y la ineficacia al extremo de Brian Sarmiento.

Y en un duelo que ofrecía muy poco, el local fue certero casi en la primera que tuvo a su favor. Adrián Martínez tomó un rebote cerca del borde del área y definió de manera correcta, abajo y contra un palo. Eso volvió loco a un elenco visitante que se descontroló y lo pagó más caro aún: una pelota dejada corta por Alegre fue tomada por el colombiano Cuero, que metió un zapatazo que se coló ante las dudas del arquero Benítez.

Ese cuesta arriba se hizo más profundo ante el crecimiento del Aurinegro, que jugó mucho más tranquilo con la ventaja en su poder. El ingreso (y debut) de Cáseres generó cierta rebeldía con su gambeta corta y su intención de ir para adelante cambiando el ritmo. Pero las ocasiones de gol no aparecieron, salvo cuando a diez del cierre y a pocos segundos de estar en cancha, Adrián Fernández clavó un lindo cabezazo.

A partir de ahí, todo fue confusión y las ganas superaron claramente a las ideas y el partido siguió hasta el final casi sin alteraciones. Para festejo de un Olimpo que hacía seis que no ganaba y veía como las urgencias empezaban a ponérsele cuesta arriba. Por el lado de Quilmes, un golpe muy duro, del que va a costar salir, pero que deja a la vista cual es la realidad futbolística. Sin dudas, a esta altura, lo conveniente para el equipo es que la temporada termine lo más pronto posible.