Un solo remate le faltó al pibe Walter Benitez para erigirse como la gran figura de un partido dramático que se disputó en el Estadio Centenario. Fue ese tremendo bombazo de Bou sobre el final, que terminó venciéndole las manos para colarse en el ángulo y darle un triunfo a Racing de esos que valen un campeonato. En medio de un trámite parejo, Quilmes peleó el partido, tuvo un penal a favor, pero como suele sucederle en este campeonato, más allá del nivel general, no puede cortar su mala racha. Nueva derrota en medio de un torneo muy olvidable.

Cualquier objetivo que se ponga por delante en este semestre, carece de sentido para el QAC. La suerte no está de su lado y eso, sumado a los errores propios, terminan generando que la taba caiga siempre en contra. Jugando bien, regular o mal, este equipo se ha acostumbrado a perder y ese es un mal con el que deberá convivir durante los próximos tres encuentros, momento en el que llegará el análisis y se definirá el camino a tomar para la temporada que viene.

Mientras tanto, este Cervecero actual hace lo posible por no pasar papelones y logra su cometido. Fue más que su rival, un firme candidato al título, en la primera mitad. Tuvo más tiempo la pelota, consiguió mostrar más protagonismo ofensivo y hasta contó con la mejor chance para poder desnivelar: un penal (dudoso) sobre Chirola Romero que Saja contuvo ante un flojo remate de Martínez.

Mientras tanto, la Academia jugaba de contra, explotaba las ventajas de una dupla de centrales lenta y con Bou tuvo algunas opciones claras, a las que el faltó puntería. Pero ese envión del final lo llevó a Racing a intentar quemar las naves en la segunda mitad. Por eso se adelantó unos metros en el campo, cambiaron los roles con Quilmes esperando y las situaciones de gol comenzaron a repetirse.

Mayoritariamente con remates de larga distancia o con jugadas salidas de pelotas quietas, fue la visita quien contó con varias de peligro, pero en todas chocó con un productivo Benitez, que revolcándose de un lado y del otro fue contribuyendo con el cero de su equipo. Entonces el juego se volvió de ida y vuelta, con un Quilmes que respondía con latigazos por la derecha, pero siempre mostrándose irresoluto dentro del área rival.

Al quedar con diez, parecía que los de Quattrocchi tenían una oportunidad inmejorable, pero el desgaste físico se sintió y esos veinte minutos finales le faltaron piernas para encontrar variantes ofensivas. Las que buscó Racing con la opuesta ofensiva que llegó desde el banco, pero que no traería consecuencias hasta que Laverni (de flojo arbitraje) cobró un tiro libre a escasos metros del arco: Bou se paró delante de la pelota y haciendo gala de su confianza, remató fuerte contra el palo de Benitez, que pese a la estirada poco pudo hacer para evitar el tanto del triunfo visitante.

Para el final quedó el bochorno en las tribunas (cruces con posibles hinchas visitantes infiltrados), una jugada en la que Klusener casi clava el empate, pero su cabezazo se fue al lado del palo y la bronca acumulada de un Quilmes que vivió el festejo rival en casa. Un triunfo a lo campeón de un Racing que, con poco, está logrando mucho en un torneo que para Quattrocchi y sus dirigidos finalizó hace tiempo. Y ya no ven la hora que se haga efectivo ese final.