El calvario de Quilmes parece no tener final. La pesadilla en la que se ha transformado este campeonato, lo persigue en cada una de sus presentaciones y le genera más dolores de cabeza y frustraciones. Es que, el conjunto dirigido por Pablo Quattrocchi se esmera en seguir potenciando sus debilidades, al punto de jugar cada vez peor. Este viernes fue superado (y por momento vapuleado) por un Gimnasia al que este año no le sobró nada y también vivió miles de problemas desde lo externo. El Lobo fue superior durante casi todo el juego, pero en la segunda mitad las distancias fueron abismales.

Sin dudas, el Cervecero está inmerso en un problema del que no podrá salir durante este semestre, al que solo le queda una jornada. Los inconvenientes que surgen de la raíz, desde el preciso momento en que se puso en marcha este proyecto, aún saltan a la vista después de varios meses transitados. Es más, la situación se ha agravado a partir de los flojos rendimientos generales, que lo llevaron al equipo a gestar una pésima campaña desde lo estrictamente numérico.

¿Qué se esperaba del QAC en esta visita a La Plata? Que trate de maquillar su mala imagen, que salga a poner la cara y, más allá del resultado que consiga, se entregue ciento por ciento, demostrando la actitud necesaria de un grupo que se atreve a desafiar a su destino. Bueno, la historia fue completamente diferente: el equipo fue bastante cauteloso, marcó mal, atacó peor y nunca se recuperó de los golpes dl rival. Por ende, el balance es de los más pobres del torneo.

A los de Quattrocchi les costó (tampoco se lo propuso demasiado) tener la pelota en la primera mitad, por eso Gimnasia fue el protagonista principal del juego. En ese lapso apareció Benítez para bancar la parada, ante un elenco que solo se defendía y encima lo hacía muy mal. Ante las confusiones del local, al que tampoco le sobra demasiado, Quilmes tuvo su momento de furia que dejó pasar: lo erró Cabrera (su única aparición positiva del encuentro) y Carrasco se equivocó en una pelota parada y al querer fusilar a Monetti, ingresando solo por el segundo palo.

Pero eso solo fue una ráfaga, porque los errores defensivos se seguían sucediendo y en uno de ellos, una salida muy adelantada de Martínez, fue aprovechada por Vegetti que comenzó la jugada y la terminó, recibiendo la pelota casi abajo del arco, ante las limitaciones del fondo visitante.

La ilusión de apostar por un segundo tiempo reivindicatorio duró solo unos segundos. Con roles equivocados, dada sus urgencias, fue Gimnasia quien salió a apretar, ante la desorientación de un conjunto que, a esa altura, ya deambulaba por la cancha. Por eso, el segundo no tardó en llegar: otro error defensivo, al no seguir atentos en una falta, un Licht despierto, tocó para Rojas que se metió en el área y centreó para un lujo de Vegetti, que de esa manera llegaba al segundo tanto de su cuenta personal. Iban solo cuatro minutos, pero se sabía inconscientemente que el partido ya estaba liquidado.

A partir de ahí, el Cervecero nunca sacó una mano y e dejó sopapear por un Gimnasia que tuvo varias oportunidades para seguir convirtiendo, pero que recién lo pudo hacer a menos de diez del cierre y por medio de un penal muy bien ejecutado por Licht.

Doloroso último encuentro de Quilmes como visitante, condición en la que no ganó durante todo el certamen. Tan malo fue lo que se vio, que el DT anunció que no iba a continuar en el cargo, pero la renuncia no fue aceptada por la dirigencia, por lo que debería estar presentándose el lunes a trabajar junto al resto del plantel. De cualquier manera, esta situación tiene fecha de vencimiento: se termina después del compromiso con River. Mientras tanto, son todas penas y desilusiones, esperando por el punto final de un torneo que se empeña en molestarlo hasta sus últimas horas de vida.