Más allá que la situación se veía venir, faltaba la confirmación de los propios protagonistas para ratificar la noticia. Y fue el propio DT quien, ante la pasividad de los dirigentes que le dieron la espalda durante el último tiempo, pidió una reunión en la que le fue anunciado que no seguirá siendo el entrenador durante la próxima temporada. Así lo hizo conocer después del entrenamiento de este miércoles Pablo Quattrocchi, que más allá de sentirse manoseado por la dirigencia, dirigirá el último partido ante River. Un episodio más dentro del desprolijo presente cervecero.

El entrenador se reunió en la jornada del martes con la dirigencia, que dio un volantazo a la idea que había comenzado allá por el mes de junio: darle rienda suelta a las divisiones juveniles, proyectar muchos chicos a primera y aprovechar para achicar el enorme pasivo que tiene la institución, que vive entre paros constantes de sus empleados. Nada de eso se cumplió y el club aparece ahora tan mal como a mediados de año.

Aunque el contrato del entrenador tenía vigencia por una temporada más, se decidió concretar su salida en este momento. La floja campaña desde los números y el rendimiento fueron el argumento que le dieron los directivos al propio Quattrocchi para cesantearlo de su cargo. Claro que, ellos son una pata importante de este verdadero fracaso, producto de sus errores y, principalmente la desidia que mostraron en los últimos meses para ayudar a salvar el proyecto deportivo.

Después de hablar con su cuerpo técnico, el DT decidió continuar trabajando en el club durante estas dos semanas, despidiéndose en el compromiso ante River, definitorio por el campeonato y que está programado para el domingo 14. Ante los ojos de todo el fútbol argentino, Quattrocchi tendrá su despedida en medio de un clima que se insinúa caliente.

Mientras se define la llegada de un nuevo técnico (¿Caruso?), del desembarco o no del fideicomiso y de una nueva apuesta a gastar mucho dinero para tratar de renovar el plantel, Quilmes terminará un año muy pobre en todo sentido. Y todavía habrá que esperar por las verdaderas consecuencias de tanta pifia generalizada.