La historia para Quilmes en este año no podía terminar de otra manera. El conjunto dirigido provisoriamente por Marcelo Pontiroli, peleó por momentos, lo aguantó en otros, pero al fin y al cabo no pudo ante un River superior, que sin hace un buen partido, se lo ganó a diez minutos del cierre con un tremendo disparo de Carlos Sánchez. El encuentro se suspendió a tres minutos del cierre, por los inconvenientes generados dentro de la tribuna cervecera, con quema de papeles incluidos. Sin dudas, la frutilla del postre para un año que pasará velozmente al olvido.

Más allá de la expectativa generalizada que significaba la definición del certamen que se había estirado una semana más de la cuenta, las miradas del Mundo Quilmes estaban puestas en la imagen que podía llegar a dejar el equipo, ante uno de los mejores elencos del certamen (o quizás el mejor). Y en el medio, también estaba la aparición de otro entrenador parado detrás de la línea de cal, después de la caótica salida de Pablo Quattrocchi.

De cualquier manera, el partido se armó tal como estaba previsto. Mientras River tenía la pelota y atacaba, producto de su mayor capacidad y de las urgencias matemáticas, el QAC jugaba más relajado, achicando espacios y esperando cualquier posibilidad que se le podía presentar de contraataque, tratando de explotar la velocidad de alguno de sus puntas.

Claro que, la poca resolución, sumado a la comodidad de del resultado, casi que ahuyentaron al Cervecero de situaciones de gol cerca de Barovero (apenas algunos remates de media distancia). Mientras tanto, los de Núñez le fueron sumando audacia a su habitual idea de juego. Y pese a mostrarse más irresoluto que en otras oportunidades, con el correr de los minutos lo fue arriando a su pobre rival, al punto de jugar casi permanentemente sobre el arco defendido por Benítez.

Y hablando de defensa del arquero, este poco pudo hacer ante el bombazo de Sánchez, que se terminó colando por el segundo palo, pese a la estirada del uno. Faltaban menos de diez minutos, pero poco más se pudo ver de fútbol. El caos se apoderó de la tribuna popular. La hinchada cervecera arremetió contra el alambrado, contra el vallado policial y terminó generando una fogata detrás del arco, ante la quema de muchos papelitos. En ese mismo momento, Patricio Loustau decidió la suspensión del juego.

Indudablemente, el encuentro no va a seguir y ahora habrá que ver cuál será el castigo que recibirá el club por este hecho. Un episodio negro más, en medio de un año donde todo se hizo mal. En medio de una situación alarmante desde lo económico e institucional, la parte futbolística se vio realmente afectada. Pésimo torneo, que obliga a replantear las cosas y barajar de nuevo. Llegó l momento del descanso, en la previa al brindis por fin de año. Aunque queda claro que, en Quilmes esta vez habrá muy poco para festejar.