Resultado importante el conseguido por Quilmes. Y no solo por el punto conseguido del estadio del mejor equipo del fútbol argentino en los últimos meses, sino por la forma en que se plantó y dio pelea en pleno Monumental. Los dirigidos por Julio Falcioni, con sus armas, le jugaron de igual a igual a un River errático y confundido. Dos veces pudo remontar el resultado y hasta tuvo ocasiones para poder ganarlo. Producción mejorada del debut, que permite ilusionarse a futuro.

Más allá del presente de ambos, son pocas las veces que un equipo que aparece en el lote de los humildes de la Primera División, puede conseguir resultados importantes en los estadios más representativos del país. Y encima, en este caso, los de Núñez llegaban en plena remontada futbolística, ganadores, con un nivel superlativo y este Cervecero venía golpeado por seis derrotas en cadena y con un debut que bajó las expectativas generales.

Pese a eso, el balance del encuentro de este domingo demostró una paridad evidenciada en noventa minutos al menos. Producto de un Quilmes que no se amilanó y desde el primer minuto salió a presionar a su adversario. Le cortó el circuito de juego, anuló a sus principales referentes y bloqueó mentalmente a un River que esta vez le costó saber qué hacer con la pelota en los pies.

De cualquier manera, lo más emocionante estuvo en el tramo complementario. Donde el partido se fue quebrando a partir de los goles, el cansancio general y la ambición compartida. Cada uno con su potencia y posibilidades, pero alternándose en los momentos positivos del juego.

Buena jugada colectiva, en la que Mayada (volviendo de una posición adelantada) centró para Teo Gutiérrez, que abrió el marcador de cabeza. Estaba para llevárselo el Millonario, pero la lesión de Pity Martínez y la decisión del QAC de no darse por perdido, le permitió llegar al empate, gracias a una excelente intervención individual de Buonanotte. El Enano frotó la lámpara y marcó el empate parcial, pidiéndoles disculpas a sus ex hinchas.

Pero casi que los de Falcioni no lo pudieron festejar, porque tres minutos más tarde, el recién ingresado Ponzio encontró un balón muerto cerca del área y, con ayuda involuntaria de un desvió, mandó el balón a la red. A pesar del duro golpe recibido, Quilmes no frenó el coraje y la actitud combativa, por eso tuvo su premio: buena pelota en profundidad del Droopy Gómez (de buen encuentro), para el ingresado Chirola Romero, que definió contra un palo.

Con sus pocas fuerzas, el local fue para adelante en el último cuarto de hora. Un muy lúcido Cavenaghi en rol de armador y un Teo más activo que en el resto del encuentro, le dieron las mejores oportunidades a los de Gallardo. Pero de contra, el Cervecero también tuvo las suyas. Es más, en una Braña casi queda mano a mano con Barovero.

Y en medio del frenetismo final, Vigliano pitó el cierre del partido. Pese al disgusto de los hinchas millonarios, en Quilmes se festejó por varias cosas, más allá del punto sumado: por el desgaste, por la remontada general e individual de varios futbolistas, por hacerse fuerte ante un rival bravo y, principalmente, por la posibilidad de seguir creyendo en el trabajo que se viene realizando. Se cortó la sequía que el equipo traía de la campaña pasada, ahora deberá seguir apostando a este camino.