Más allá de los merecimientos de un rival como Belgrano, que es una de las gratas sorpresas del campeonato, Quilmes también colaboró para venirse con las manos vacías dese Córdoba. El equipo dirigido por Julio Falcioni, por decisión del DT volvió a apretar la cola contra su arco durante casi todo el partido y sobre la hora lo terminó pagando. A cuatro minutos del cierre, el rival que ya jugaba con cuatro delanteros y había generado varias situaciones para desnivelar, se lo ganó con un cabezazo de Obolo.

Una vez más el Cervecero hizo uso y abuso de una postura de juego que ya genera más alarmas y dolores de cabeza, que beneficios para el equipo. Con nueve fechas disputadas y sin un plan definido sobre el campo, la decisión del entrenador de abusar constantemente de un rol defensivo, por primera vez vio la cruda realidad actuando en calidad de visitante: Quilmes salió a defender el punto en Córdoba, como ya lo había hecho en Mar del Plata y Rosario. Claro, en este caso se quedó con las manos vacías.

Sana postura de este Belgrano, que a su habitual estilo le ha agregado ciertas muecas de renovación. En este partido, fue paciente, controló la pelota sin desesperarse durante casi los noventa minutos y, pese a haber caído varias veces en el embudo que le propuso la visita, fue actor protagónico, el DT se la jugó con los cambios y siempre apostó a ganador. De ahí al premio merecido que se llevó en el final.

Una buena jugada combinada en el arranque mismo, le dio la ventaja por medio de Jorge Velázquez y un disparo cruzado. Estaba para golear en un momento, hasta que un zapatazo de Chirola Romero le dio vida a un QAC que se acomodó un poquito mejor en el cuarto de hora final de la primera parte.

Pero los cuarenta y cinco minutos restantes fueron un monologo: uno yendo y el otro defendiéndose excesivamente. Y aunque el fútbol conoce de imponderables, la mayoría de las veces, el que más apuesta, es el que se termina quedando con la victoria. Fue sobre la hora, pero podría haber sido un rato antes. Un estupendo cabezazo de Obolo, anticipándose a todos en el primer palo, le dio los tres puntos al Pirata, el único que apostó a ganador.

La noche se fue con el dolor de ver a un Quilmes nuevamente perdedor, pero duelen más las formas, los caminos elegidos a la hora de salir a la cancha. Su falta de ambición es alarmante y en tan pocas fechas, el veredicto ya se hizo: así no va a ir a ningún lado.