Se podrá decir que por actitud e intenciones, no fue menos que su rival. Que San Lorenzo no mostró demasiados atributos para mantenerse como puntero del certamen. Que nuevamente contó con la fortuna en su contra. Se podrá hablar, justificar y hasta buscar excusas, pero al final Quilmes sumó una nueva derrota en su haber en este campeonato. Desnudando al máximo sus limitaciones y falta de ideas, los dirigidos por Falcioni no fueron menos que un rival demasiado amarrete. Más allá de esto, la campaña es decepcionante.

La previa del partido de este viernes por la noche, auguraba lo peor. Entre uno de los más encumbrados y otro bastante desfavorecido en cantidad de unidades acumuladas hasta el momento, parecía que las diferencias iban a ser enormes. Pero esta vez al QAC le salió bien su rol de partenaire, que ya había utilizado en otras oportunidades, pero que en esta ocasión le fue más efectivo.

En el primer tiempo, al menos, el local se acomodó bien en su campo y ante cada corte o pérdida de pelota de un rival criterioso en la entrega pero irresoluto por completo en los metros finales, salía disparado en busca de las ventajas que le generaba el contraataque. Pese a la sana intención, pocas veces terminó siendo efectivo en su idea. En una de ellas, Mercier levantó su pierna por demás, que terminó impactando en Canelo dentro del área. De la pelota se hizo cargo Bieler, que a pura efectividad, volvió a cambiar penal por gol.

Pero poco le duró la alegría al Cervecero. En un abrir y cerrar de ojos, vio como se le desmoronó todo lo construido hasta ese momento. Primero, al no poder despejar un balón del área y que Tito Villalba, después de varios rebotes, llevó a la red gracias a un fuerte puntazo. Como suele suceder en momentos delicados de una campaña, el equipo sintió el impacto y tras una jugada bien combinada por la izquierda, Cauteruccio pateó al arco, el balón dio en el palo y en Walter Benítez, para transformarse en el segundo tanto visitante.

Perdido por perdido, en la segunda parte Quilmes salió a quemar las naves frente a un San Lorenzo demasiado conformista, que se dedicó a esperar, defender la mínima ventaja con uñas y dientes y esperar por alguna mínima oportunidad que pudiera aparecer. Esto no se dio, por eso el gasto fue todo de un conjunto de Falcioni que fue, casi siempre con las anteojeras puestas, sin pensar demasiado y con pocos fundamentos de juego. Por eso, apenas remató una vez al arco (tapó Torrico) en esos 45 minutos.

El aplauso del final se debe al esfuerzo del grupo, que tuvo la clara intención de no querer irse nuevamente derrotado de su cancha. Pero, como suele suceder en muchas oportunidades, a veces con las ganas no alcanza. Y este equipo, pese a cualquier mejoría momentánea, no parece tener mucho más que eso. Y aunque la meta corta sea hacer un papel digno dentro de siete días en La Paternal, se acerca el momento del balance y las conclusiones, donde realmente habrá que decidir cómo continuará esta historia que viene bastante torcida.