Hace ya 30 días de su, a esta altura, recordado accidente durante la carrera de Top Race en Río Cuarto, donde esa bola de fuego en que se convirtió su auto asustó y conmocionó a todos. Varias semanas después, Mauro Giallombardo sólo muestra ese rojo de su piel sobre la nariz. Casi nada en relación a esa primera imagen del rostro hinchado y casi al borde de la deformación. Esa situación será recordada de por vida por el bernalense que dice haber asumido una nueva forma de vivir la vida.

“Los médicos no entienden nada de lo acelerada que fue mi recuperación. En principio me habían adelantado que iba a tener para tres meses de rehabilitación. Les dije que estaban locos, porque yo quería correr en el arranque (21 de febrero) del TC”, cuenta la Rana demostrando su ansiedad por volver a las pistas lo más rápidamente que se pueda.

“Por suerte la evolución fue mejor de lo esperado y en eso tuvo que ver, además de mi juventud, el cuidado que siempre tuve de mi físico. La agilidad y capacidad pulmonar resultaron claves. Sufrí quemaduras de grado A y B, que afectaron los vasos sanguíneos y las terminales nerviosas, pero no llegaron al hueso. Por eso no necesité injertos de piel. De todas maneras, tendré que seguir un proceso de recuperación”, explica ante los medios que consultan sobre lo vivido.

“Este fue el peor accidente de mi carrera. Hace unos años, sobre un auto de Turismo Nacional, di siete vueltas y me clavé la palanca de cambios en una rodilla, en un vuelco en Posadas, pero éste fue más bravo y me dejó una gran enseñanza. Los pilotos, con tal de correr, nos subimos a cualquier cosa. Primero pensamos en juntar el presupuesto, luego en tener el auto más rápido y por último en ganar. Por eso relegamos el tema de la seguridad, incluso en la relación con los equipos”, comenta el piloto de Bernal.

Pero si algo que rescata Mauro de esta experiencia es la enseñanza que le dejó: “Me dio otra visión de las cosas. Ahora disfruto más de la vida. Hago las cosas que tengo ganas de hacer. Me di cuenta de la importancia de disfrutar el momento, porque nadie sabe lo que le puede deparar el futuro”.