Quilmes venía haciendo un interesante partido, se había perdido varios goles y hasta se puso en ventaja. Entonces, ¿cómo se explica la debacle que vivió en la última media hora y que lo llevó a acumular una nueva derrota por goleada en el campeonato? Justamente, su impericia a la hora de poder concretar lo que genera, sumado a la buena actuación del arquero rival y un Arsenal solido y serio que aprovechó cada una de las circunstancias que el partido le fue brindando. Otro dolor de cabeza.

Fue otra derrota dura pero no parece fácil poder catalogarla. Porque, más allá de errores conceptuales y de juego, principalmente defensivos, ante una de las sorpresas del campeonato, el Cervecero venía cumpliendo un buen papel, al punto que cuando logró ponerse en ventaja, el resultado era merecido. Porque hasta el minuto 9 de la segunda parte, Fernando Pellegrino había sido parte responsable del punto de su equipo. Tapó varios cabezazos de real peligro.

Solo o pudo ante la buena definición de Brian Mansilla, picando la pelota, tras un tremendo pase del Chapu Braña desde la mitad de la cancha. Pero claro, lo que era todo festejo rápidamente cambiaría de escena. Es que, Arsenal ya se había mostrado capaz de poder rapiñar ante cualquier circunstancia que le permitiera su adversario (dos mano a mano, a partir de errores de Quilmes con la pelota). Y en menos de ciento veinte segundos del gol contrario, llegó a la igualdad tras un cabezazo de un Gabriel Sanabria que apareció en soledad.

Ese fue el primer guiño, que marcaba que esta noche el destino iba a estar a su favor. Porque solo pasaron unos minutos más, cuando luego del primer corner a favor, Bellocq enganchó la pelota de primera y la puso contra un palo. Allí el QAC se desvaneció y aunque tuvo otras apariciones en el área para llegar a la igualdad, poco más pudo resistir.

Tiró mal el achique y Ramiro Carrera se fue solo de cara al arco, fusilando a Dulcich con un pelotazo que pegó en el travesaño y se metió Y para colmo de males, ya había entrado Caneo bajo una lluvia de aplausos y uno de los últimos ídolos cerveceros, terminó convirtiendo el cuarto gol de cabeza.

La noche que había empezado con expectativa, que siguió con ilusión, se desvaneció como arena entre los dedos y el final de la jornada terminó siendo una pesadilla. Por el dolor de no haber podido, por el desgate realizado y por las obligaciones que genera la derrota de acá en más. El equipo deberá sumar en breve si es que no quiere toparse con más dolores de cabeza.