Si bien, se trataba de una buena parada para saber cuál era el nivel del equipo en este comienzo de un campeonato que pinta para más parejo y complicado que nunca, lo que estaba en juego eran más que tres puntos. Por estos tiempos, en el cruce entre Argentino de Quilmes y Berazategui se está en disputa el orgullo del barrio, en realidad, de dos ciudades. Por la cabeza de Valenti y sin mostrar demasiado, el Mate ganó un partido que se disfruta el doble.

El mal estado del campo y el arranque de la temporada conspiraron contra el partido. Principalmente en la primera mitad, donde todo fue confuso, con más intensidad que claridad. Con ganas de ambos, pero poco de criterio a la hora de construir. Durante ese lapso, Bera fue un poquito más, por presionar bien arriba, pisar más veces el área contraria y tener un mayor protagonismo. Pero casi en la única jugada de peligro, el Celeste se puso en ventaja: condujo Tello, tiró el centre Benítez y Valenti definió de cabeza casi sin oposición.

Eso alteró las circunstancias para el segundo tiempo. Porque el local debió exigirse más, adelantándose en el campo, permitiéndole un poco más de alternativas a Argentino para contraatacar y mostrarse más activo en el arco del adversario. Por eso, las ocasiones fueron un puñado más. En la más claras, mientras Abregú remató pifiado cuando quedó frente a Adrián Leguizamón, Sebastián Arias remató cerquita del palo y Alejandro Monzón hizo revolcar a Nacho González.

El DT mate se guardó los cambios para quemar los últimos minutos, momento en el que el Naranja fue sin pensar. Agachó la cabeza y lo intentó, impulsado por su gente. Y casi repite lo sucedido en mayo de este año, pero esta vez Leguizamón se quedó con el balón abajo del arco, evitando el empate cuando ya se jugaba el descuento.

La explosión de los futbolistas mates y del protocolo presente en el estadio, son la mejor manera de entender cómo se vive este clásico entre ambos clubes. Festejo descontrolado que siguió en el vestuario. Es cierto que, desde el juego, poco aporta al futuro del equipo, pero se disfruta y mucho. Hasta el año próximo, el dueño del clásico está en la Barranca.

Foto: Fer Martini