La llama olímpica continúa ardiendo brillante en Río, iluminando con fuerza la acción de los Juegos Paralímpicos que se celebran allí hasta el 18 de este mes. En la nutrida delegación nacional que defenderá la Celeste y Blanca en tierra carioca sobresale un quilmeño. Se trata de Luis Cristaldo quien, con apenas 18 años, es el integrante más joven de la Selección Nacional de Boccia, disciplina en la que ostenta el título de campeón argentino y en la cual conquistó el Oro en el Torneo Americano de Montreal 2015, actuación que le valió la clasificación a esta cita ante los más grandes exponentes mundiales.

Luis, paraguayo de nacimiento pero quilmeño por adopción y nacionalizado argentino, es integrante de la Escuela Municipal de Deportes Especiales desde 2010. Ya en su primera participación en Los Juegos BA se alzó con el Oro, desempeño que repetiría dos ediciones más tarde y que lo llevara a la Selección Nacional Juvenil y luego a la Mayor, con la cual ya tuvo roce internacional. Hoy es considerado una importante promesa dentro de este deporte, un crack con mucha táctica y estrategia.

El equipo argentino de boccia - integrado por Mauricio Ibarbure (BC1), Sebastián González (BC2), Luis Cristaldo (BC2) y María Esther Sahonero (BC2)-
debutará en primera ronda el sábado 10 a las 11 horas ante Portugal y luego enfrentará a Eslovaquia.

¿Qué es Boccia?

Los orígenes de la boccia, similar a la petanca y de forma más lejana a nuestras bochas, se remontan a la Antigua Grecia. En la década del 70 fue recuperado en los países nórdicos con el fin de adaptarlo a personas con discapacidades, convirtiéndose en un deporte paralímpico mixto destinado a atletas con discapacidades totales o parciales en sus extremidades.

Se trata de un juego de precisión y estrategia con pruebas individuales, por parejas y de equipos, con su propio Reglamento Internacional y cuyas categorías son en función del grado de discapacidad que padezcan los deportistas. Todos ellos, gravemente afectados y por tanto sentados en sillas de ruedas, lanzan las bolas con sus manos o pies, excepto en la clase correspondiente a la discapacidad más severa, donde juegan con la ayuda de una canaleta o rampa sobre la cual su auxiliar deposita la bola una vez escogida la dirección por el participante.