Era algo que se veía venir, sin embargo no deja de ser doloroso. Era algo que estaba a la vuelta de la esquina y no por eso no deja de llamar la atención. Era una situación que se debía haber evitado, pero miles de errores dentro de una coyuntura que nunca fue la ideal terminaron decretando un nuevo descenso en la historia futbolística de Quilmes. El más insólito teniendo en cuenta la posición en la que arrancó la temporada. Lo intentó pero no pudo quebrar a Rafaela.

El Cervecero llegó a Rafaela con las mayores obligaciones. Sabía que solo los tres puntos le daban un poco más de vida, ante un rival de un mejor presente que se vio perjudicado por los cuestionables promedios, que lo hicieron salir a la cancha sabiendo que ya no tenía chances de salvarse. De esta manera, todas las obligaciones quedaron del lado del visitante, sin dudas, un problema fuerte para un conjunto sin rumbo futbolístico.

Pese a eso, el QAC tomó la responsabilidad y se mostró mucho más decidido que en otras tardes-noches. Presionó alto, se decidió a jugar con la pelota más allá de sus errores habituales en la tenencia y comenzó a gestar situaciones de gol, muchas más en promedio que lo fue un torneo muy (pero muy) pobre en la faz ofensiva para el equipo. Claro que, se exponía por demás por cuestiones lógicas y también pasó sofocones. De ahí a que, rápidamente, los arqueros se transformaran en figuras importantes del juego.

Ante un elenco adelantado, Rafaela supo sacar rédito de varios contraataques veloces, y en uno de ellos, el talentoso Gudiño se dejó caer ante un mínimo roce de Pérez Acuña cuando estaba metiéndose al área y el juez Beligoy (de flojo partido) cobró penal. Excelente ejecución y el encuentro que se acomodaba a favor del local.

Parecía una quimera que un equipo que apenas anotó cuatro goles en el año pudiera marcar dos en un solo tiempo. Aunque… el tiro libre de Federico Andrada al minuto de la parte final, generó expectativas. Encima, unos minutos más tarde, de forma tonta Gudiño se ganó la segunda roja y dejó al local limitado y con mayor convicción para cuidar el empate.

Esa ventaja lo envalentonó a Quilmes y contó con opciones claras para convertir un gol que le diera un poco más de vida. La habitual falta de puntería, algunas esturadas tremendas del arquero Hoyos y malas decisiones producto del apuro por el momento que le tocaba vivir, evidentemente le jugaron en contra. Igual fue, sabiendo que el rival terminaría con nueve por una roja excesiva a Montiel y hasta el descuento contó con chances. La última: el arquero le sacó un remate tremendo a Jonathan Torres.

Y el milagro no se pudo concretar. El empate no alcanzó para seguir peleando hasta las últimas dos fechas, en las que solo jugará para cumplir. Llegará el momento del análisis, de buscar los porqués y de una dirigencia que deberá ser lo más fría y sensata posible para iniciar un nuevo proyecto deportivo que le permita evitar estas constantes decepciones. En el medio, un cachetazo insólito, innecesario, pero totalmente justo. La previa al inicio de la temporada fue un caos, la soberbia durante la misma fue elocuente y el desenlace solo genera un dolor gigante.