Antes de explicar la definición del partido, habrá que mencionar que Quilmes volvió a jugar mal y en un partido en el que los dos conjuntos hicieron poco, se quedó sin nada, en medio de una situación polémica. Instituto lo buscó con más ganas en el segundo tiempo y, a poco del cierre, recibió un gesto a favor del árbitro Bocca, que sancionó mano de Tomás Lopez dentro del área. El equipo dirigido por Lemos fue de mayor a menor y, con este caída, entró en zona de descenso.

Decidido a mostrar otra cara salió el Cervecero a jugar en Alta Córdoba. Presionando arriba, teniendo la pelota, intentando encontrar la profundidad que tantas veces le faltó en lo que va de la temporada, entre otros aspectos positivos de un conjunto que había visto renovado más de la mitad de sus nombres con relación a la caída de la semana pasada. En ese momento contó con alguna ocasión clara de gol, pero le duró un lapso, alrededor de quince minutos apenas.

A partir de allí, no pudo sostener el ritmo que traía, el local empezó a crecer y, si bien, también careció de armas como para poner en un aprieto serio al arquero debutante Marcos Ledesma, la historia se igualó por demás y fue el elenco de Darío Franco el que terminó tomando el protagonismo de las acciones. Apenas un remate a quemarropa de Bailone fue lo más interesante del dueño de casa.

Para la segunda parte, las tendencias se fueron agigantando y mientras Instituto intentaba llevárselo por delante sin claridad, el Cervecero se fue enamorando de una postura más conservadora, aunque el transcurrir de los minutos y la desesperación del rival lo llevaron a poder tener oportunidades para molestar de contra. Y si bien nunca se mostró demasiado fino con el balón, tuvo una clara con Ilarregui que remató apurado ante una salida del arquero Hoyos, que podría haber sido determinante para el partido.

Faltaba poco y cada vez pasaba menos, pese a que se jugaba muy cerca del arco visitante, y llegó la jugada clave en el encuentro: centro al área, balón que rebota en el brazo derecho, que aparecía detrás de la espalda de Tomás López, bien plantado para cubrir la acción. El árbitro Bocca increíblemente sancionó la pena máxima, Bailone lo transformó en gol y a partir de allí casi no se jugó más. Quilmes perdió los cabales, se quedó con diez e Instituto lo aprovechó para asegurarse una victoria por demás necesaria.

Esa circunstancia ajena dejó sin nada al QAC, que vuelve a sentir un golpe más en un fin de año muy preocupante. El equipo tuvo otro partido para el olvido y poco pudo hacer para que la historia sea distinta. Se viene un nuevo cambio de entrenador, en medio de la urgente necesidad de empezar a sacar puntos. Ahora sí, porque cayó en descenso directo y, viendo la realidad y conociendo antecedentes, no es oportuno cancherear una situación que puede volverse traumática en un futuro.