Arce-Dal Bianco lucieron inexpugnables en el partido definitorio. Ni la garra de Chiostri, que molesta a todos los contrincantes, ni esos golpes con efecto extraño que tanto lastiman de Barrera les hicieron mella. Transitaron sin sobresaltos la final. Tal vez el único momento de mínima duda fue al principio del partido, porque en el tercer game tuvieron dos oportunidades de quiebre en contra. Las solventaron con ese oficio que, sobre todo en Dal Bianco, está cada vez más consolidado.

En el siguiente juego fueron ellos quienes se quedaron con el saque de Chiostri-Barrera. El bonaerense y el riojano reaccionaron con un contraquiebre pero fue sólo un espejismo: en el sexto game el salteño Arce y el quilmeño Dal Bianco volvieron a romper el servicio rival y ya no pararon. En el noveno juego cerraron el parcial.

No es que Chiostri y Barrera no ganaran buenos puntos. Los hacían y hasta algunos eran para aplaudir. Pero se trataba de destellos, mientras que enfrente había regularidad. Esa tendencia se intensificó en el segundo parcial. Porque a la tranquilidad que les daba ya tener un set adentro, los Nº1 le agregaron un quiebre de servicio en el primer game.

La pegada de Franco estaba infalible y Maxi aportaba la solidez de siempre más la virtud que sumó esta temporada: tiros ganadores con el smash. Demasiado para unos rivales que a esa altura ya estaban frustrados. Nueva rotura de servicio para Arce-Dal Bianco en el séptimo juego y festejo hasta las lágrimas en el game siguiente, tras aprovechar su primer match point. Todo cambia menos los que levantan la copa.