Más allá de milagros matemáticos que algún hincha quiera encontrar a la hora de mirar la tabla de posiciones, este Quilmes actual difícilmente cuente con argumentos suficientes como para sustentar desde lo futbolístico cualquier cuestión numérica.

Que el equipo involucione fecha a fecha, que apenas saque once puntos en las 13 jornadas que se llevan jugadas en esta segunda rueda, que sume más de cuatrocientos minutos sin convertir un gol, es mucho más que una mala racha o un momento de flaqueza. Este plantel se cae a pedazos, demostrando un total desinterés ante la adversidad. Una falta de rebeldía que a esta altura lo tiene al borde del abismo.

La decepción es grande, teniendo en cuenta la expectativa que había generado un primer semestre bastante regular y que lo dejaba con buenas perspectivas para el final de la temporada. Es cierto que este conjunto nunca lució, pero si que sabía aprovechar sus virtudes y difícilmente un rival lo pasaba por arriba. Entonces, surge una pregunta obvia: como puede haber cambiado tanto en tan poco tiempo? Indudablemente, los problemas internos del grupo (los casos de Giampietri y Batalla, son buenos ejemplos) le jugaron en contra y de a poco, fueron deteriorando la convivencia. Un problema que, a diferencia de lo sucedido con Fanesi, terminó agravándose en este ciclo de Pancho Martínez. Además, se formó un plantel de nombres que solo en pasajes estuvieron a la altura del objetivo.

Y si uno se aleja de las cuestiones deportivas y se pone a mirar un poco el costado institucional, se dará cuenta que en ese ámbito tampoco son momentos de bonanza. Con un pasivo que supera los 13 millones de pesos, deudas con los empleados del club, una dirigencia tambaleante y con falta de recursos, forman parte de un círculo casi-perfecto para entender porque Quilmes está en la situación en la que está.

Lamentablemente, estos datos son el fiel reflejo de un pasado que nunca se fue, que insiste hasta el hartazgo en caer en los mismos errores de siempre y que se suman a la poca voluntad histórica (por intereses propios o por inoperancia, vaya a saber uno) de buscarle al club una identidad definida, que permita desarrollar una política deportiva que brinde sus frutos con el tiempo.

Por las dudas ya habría reemplazo

Si el rumbo de los resultados no cambia, es difícil imaginar a Pancho Martínez sentado en el banco de suplentes por mucho tiempo más, aunque la dirigencia marque su continuidad hasta el 2009. En caso de su salida, ya surgió un primer nombre para reemplazarlo. El elegido es rosarino y ascendió con el Cervecero: Gustavo Raggio, que dejó hace poco la actividad y ya esta preparado para asumir su etapa como DT.