Deshilachada actuación de Quilmes, que pasó por la cancha de Boca sin tan si quiera patear un tiro al arco. Su rival, con poco, fue muy superior y mereció largamente un triunfo, al que recién pudo acceder a menos de veinte minutos del cierre y por medio de un rebote. Después una primera etapa muy floja tanto en lo individual como en lo colectivo, en el segundo el equipo intentó defenderse con pelota pero de nada sirvió. Obligado a sumar en los dos partidos que restan.

Mucha expectativa había generado en la previa esta visita del Cervecero a la Bombonera, luego de cuatro años. Es que, la levantada propuesta por los de Madelón sumado al mal presente que vive el Xeneize, hacían creer en la posibilidad de jugar de igual a igual y poder alcanzar un resultado histórico (la única vez que triunfó en ese estadio fue en 1976).

Pero, pese a dos corridas ni bien comenzó el partido. La historia terminaría siendo otra. Al QAC le costó sostener el juego en la mitad de la cancha en el tramo inicial, nunca tuvo la pelota y cedió completamente el protagonismo ante un Boca que contó con varias ocasiones claras para poder desnivelar. En la mayoría de ellas, el protagonista fue el pibe Sergio Araujo, interesante proyecto, que tuvo un destacado nivel en el juego, aunque se mostró irresoluto a la hora de la definición. Por eso, Galíndez le tapó dos disparos a quemarropa.

Con un Palermo incontenible para el fondo quilmeño, el despliegue en la mitad de la cancha de Erbes y Medel, el local se fue al descanso con la desazón de no haber podido sacar una diferencia en un tramo en el que fue dominador.

Esa parecía ser la solución para Quilmes. Que en el segundo tiempo, con algunos cambios, intentó defenderse con la pelota. Al punto de monopolizarla por varios pasajes del juego, pero nunca terminó siendo un conjunto vertical, por eso la pelota iba de derecha a izquierda y viceversa, pero las jugadas de gol nunca llegarían.

Y en un momento de confusión para los dirigidos por Pompei, cuando parecían ya no encontrarle la vuelta con claridad al partido, un pase en cortada de Palermo para Medel, que achicó bien Galíndez, pero con la mala fortuna que el rebote le cayó a Erbes, y éste con un disparo débil desde afuera del área, terminó haciendo caer un arco cervecero que estaba desguarnecido.

Ese fue el mazazo del final para el QAC. Un golpe que terminó de aniquilar lo poquito de lucidez que podía llegar a tener para sostenerse con vida en el partido. Y el reloj llegó a su irremediable cierre, sin ni siquiera haber podido intentar la heroica.

Por eso, su paso por la Bombonera terminó siendo tan frustrante como otros. Quizás, ahora el golpe se sintió un poco más por su apremiante situación numérica y porque, lamentablemente, el equipo volvió a mostrar la versión de las primeras fechas. Esa que parecía estar guardada en el arcón de los recuerdos.