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Lo prometido ya no es deuda. Tal como había adelantado este diario en su última edición, Deportes En Quilmes reunió a Marcelo Santos y Luciano Gagliardi, los dos valientes pilotos que enfrentaron el rally más duro del planeta y lo completaron, demostrando que los quilmeños nunca abandonan. En exclusiva, los héroes locales del Dakar Argentina-Chile 2011, reviven su proeza.

“No tiene comparación con nada en el mundo. La tensión, la presión, la capacidad que hay que tener para navegar y correr a la vez… encima, cuando termina la etapa, todo sigue porque tenés que hacer el roadbook, bañarte, comer y arreglar el cuatri”, explica Luciano y, como si la carrera todavía continuara, Marcelo no se quiere quedar atrás: “pasás 20 horas arriba de la moto, que no se para nunca, solo 15 minutos para cargar nafta cada 200 kilómetros. Si no vas bien preparado físicamente estás muerto, pero también es muy desgastante psicológicamente. Al que veías medio bajoneado, al otro día abandonaba”. En efecto, de 188 motociclistas inscriptos, solamente 94 pudieron completar la prueba, mientras que en cuatriciclos, de 38, apenas 12 lo lograron.

- ¿Fue todavía más duro de lo que se imaginaban?

- Luciano Gagliardi: Mirá, unos días antes de largar estaba probando el cuatriciclo y Santiago Hansen (NdeR: 12° en el Dakar 2010 y 8° en 2011) me dijo: “pagaste para sufrir, vas a pasar frío, calor, te vas a quedar en el desierto…” y es verdad, las condiciones son tan extremas que no se parecen en nada a los lugares donde corrés habitualmente. Es muy duro y lo que menos te imagines te puede sacar de carrera.

- Marcelo Santos: Fue una experiencia espectacular, mucho mejor de lo que imaginaba y mucho más dura. Desde la organización decían que tienen que llegar el 40 por ciento de los que largaron y por eso lo hicieron más difícil que el de 2010, en el que lo habían completado el 50. Pero uno valora que haya sido así, porque si salen 200 y llegan todos pasa a ser una excursión.

- Ante tantas adversidades y haber logrado dar toda la vuelta, el balance debe ser positivo…

- MS: Las tres primeras jornadas están buenísimas, pero después cuando acumulas días en los que dormís solo tres horas lo empezás a sentir. En una etapa me penalizaron con 14 horas por comerme unos controles y quedé afuera de la pelea de un puesto del 50 en adelante, algo que era casi imposible porque esos eran todos profesionales. Así que me mentalizaba en cuál era la meta a cumplir en cada jornada y trataba de disfrutarlo. Yo quería llegar y estoy muy conforme por haberlo logrado.

- LG: En mi caso, me sentía -y siento- con una preparación para haber terminado entre los primeros cinco, pero tuve la mala suerte de sufrir una caída en la primera etapa que me dejó maltrecho. Me comí una curva donde dejé medio cuatriciclo y, hasta que reaccioné y arreglé el cuatri, pasaron varias horas. Respiré hondo como pude -se me habían comprimido las vértebras y estirado los ligamentos- y seguí. Encima, cuando pude arrancar vi a un sueco que había quedado tirado y, como soy de ayudar, lo llevé a tiro 300 kilómetros. Desde ahí ya no busqué un puesto, sino terminar. El Dakar fue algo fabuloso y estoy más que contento porque me la banqué solo con un vehículo armado por mí.

- ¿Esa solidaridad es el famoso Espíritu Dakar?

- LG: ¡Sí, totalmente! Y hasta hay un idioma propio, porque yo no sé inglés, pero con señas y alguna palabra específica salís para delante, en equipo, junto a los demás. Eso no tiene precio.

- MS: Hay muy buena onda entre los competidores, te ayudan mucho y es medio como una obligación también ayudar.

- LG: Sin embargo, algunos pilotos festejaban cuando veían a uno tirado, pero a mi en cambio me daba lástima, porque las carreras las tenés que ganar corriendo y no por los abandonos. Me han pasado cosas insólitas y arreglé cosas insólitas de otros pilotos, ¡mi cuatriciclo ya era como un asistente de tanto que ayudaba a los demás! Ja Ja

- ¿Eso era común?

- LG: Tanto no, inclusive me retaron en el equipo, porque yo, al igual que los demás, también estaba haciendo una carrera y si no ayudaba a nadie hubiera terminado cuatro puestos más arriba. Pero me traje otra esencia: en la entrega de medallas en la Rural siete pilotos de todo el mundo me vinieron a saludar diciéndome que lo habían logrado gracias a mi ayuda. Fue increíble.

- ¿Hubo algún momento en el que pensaron abandonar?

- LG: Cuando me di el palo, pero en ese momento, todo dolorido, me dije: “no podés renunciar ahora”.

- MS: Siempre se te cruza por la cabeza. Mi gran preocupación era que en las etapas de arena no se me hiciera de noche, porque los médanos de allá son verdaderas montañas y sin luz no ves por donde ir ni te das cuenta cuan grandes son.

- ¿Esas fueron las etapas que más se sufrieron?

- MS: Todas son difíciles, pero lo que más sufrí físicamente fueron los
dos cruces de la Cordillera, que fueron durísimos por los cambios de clima. Arriba, a 5600 metros, hacían 7º bajo cero y hasta llovió, granizó, nevó… y cuando bajamos, en La Rioja, ¡de golpe hacían 43!

- ¿Lo volverían a correr?

- LG: Sí, ya estoy pensando en la edición 2012. La idea es armar un equipo propio con José Pipo Blangino (NdeR: corrió la edición 2011 pero abandonó en la 10º etapa) y, aunque ayudar es más fuerte que yo, haría un poco la vista gorda para no perder tanto tiempo y tener un mérito para mí. Un minuto en el Dakar equivale a 1 hora que sirve para descansar.

- MS: Las ganas están, aunque requiere mucha dedicación durante todo el año, mucho tiempo de entrenamiento y preparación. Ahora, con esta experiencia, tendría un montón de puntos a favor y encararía la carrera de otra manera. Ojalá se pueda y, lo que es importantísimo, que se siga haciendo en Argentina.