Sin haber cumplido con una actuación que borre ciertas dudas futbolísticas que el equipo viene mostrando a lo largo de este campeonato, a Quilmes le alcanzó con lo realizado en la noche del martes para ganarle con total justicia a Atlético Tucumán. Entre luces y sombras, aciertos y errores, el Cervecero siempre intentó ser el protagonista, ante un rival que por momentos dio pelea, pero que dejó claras muestras de porqué está en el fondo de la tabla. Tres puntos que sirven para seguir en la pelea.

Queda claro que ningún partido será fácil en un campeonato tan parejo y duro como el de la B Nacional. Pero, pese a eso, el QAC sabía que este frente a los tucumanos era inevitable ganarlo. Porque era local, por sus obligaciones en esta divisional, por los resultados de los rivales en la pelea que obligaban a no perderles el tren y porque la realidad del adversario de turno distaba bastante de ser la mejor.

Quizás por eso, el equipo salió con una actitud avasallante desde el minuto cero. Presionaba, molestaba, recuperaba el balón y se hacía dueño y señor del encuentro, pese a la falta de fineza en los últimos metros que lo caracteriza. Por eso fue que todo esto no lo pudo trasladar en situaciones de peligro, mientras Atlético se limitaba a alguna inspiración de Barrado para cruzar la mitad de la cancha con pretensiones.

Todo cambió a partir del gol de Garnier. Llegó en el momento justo, cuando el partido empezaba a tornarse más parejo, lo que llevó a cierto relajo del local y la salida obligada del visitante. Aunque, todo esto se demoraría hasta el comienzo de la segunda etapa…

Fue ahí cuando el Decano tucumano comenzó a hacer figura a un Trípodi sólido y rendidor, que se encargó de tapar cualquier remate que andaba dando vueltas por su arco. Los cambios estabilizaron a un Cervecero que, gracias al tanto de cabeza del ingresado Cauteruccio, se pudo relajar de forma definitiva.

A esa altura ya sabía que los tres puntos se iban a quedar en casa, porque el rival no tenía la fuerza ni la serenidad para remontar tal desventaja, más allá que el arquero figura en el último ascenso debió revolcarse alguna vez más.

No fue una actuación que de para grandes aplausos, pero Quilmes cumplió con su objetivo de mínima. Ganó el partido que debía ganar, cosechó tres unidades que le vienen bien en la tabla y ahora viaja a Rosario con la ilusión de mostrar cierta mejoría. Mientras tanto, suma y sigue subiendo. No es mucho, tampoco es poco.