La acumulación de cambios no modificó el presente del equipo. Tanto toqueteo de esquema y funciones, solo confundieron más a un elenco que sigue sin encontrarle la vuelta a este mal momento. Quilmes volvió a jugar un muy flojo partido y terminó cayendo de manera merecida ante Defensa. Pese a que había podido ponerse en ventaja, una encendida actuación del uruguayo Píriz Alvez le permitió al local emparejarlo rápido y sacar la ventaja definitiva en el arranque del tramo final. Y la preocupación crece…

A los tumbos anda el Cervecero y por lo visto en las últimas jornadas, no sabe como reponerse. Los ensayos llevados adelante en el medio de un partido vital para el equipo, no solo no fueron la solución de sus males, sino que terminaron agudizando la realidad deportiva de una formación que, da muestras cabales de no saber a que juega.

Si cuando ganaba, aún dejaba dudas, esta versión derrotada de las últimas dos semanas, genera miedo, incertidumbre y muchas dudas de cara al futuro. Pro que el equipo no encuentra un patrón de juego, lo que lo lleva a chocar permanentemente con su propia confusión Y encima, perdió la seguridad defensiva, su valor más importante en estas catorce fechas.

Y eso que todo había comenzado bastante bien. Después de algunos errores en dos contras (en una Bustamante se perdió un gol increíble debajo del arco), el QAC se acomodó en la cancha, y con su renovada ofensiva, tuvo sus situaciones. Y en una de ellas, Corvalán pescó un balón dentro del área y lo mandó a la red. La historia parecía que iba a ser distinta…

Pero la alegría duró poco y apenas 120 segundos debió esperar el local para llegar a la igualdad. Increíblemente, Píriz Alvez apareció con ciertas libertades dentro del área, y con toda su capacidad goleadora, acomodó la pelota para que, tras pegar en el travesaño, ingrese al arco de Trípodi.

Y si bien, esa parte inicial terminó con bastante paridad, más allá que Defensa era mucho más convincente en su propuesta, nada hacía suponer el descalabro mayúsculo del segundo tiempo. Una vez más, el goleador uruguayo que tienen los de Varela fue determinante: tremendo sablazo de larga distancia, para clavar la pelota contra un palo.

Desde ese instante, Quilmes fue un manojo de nervios, sin ideas para poder sostener la pelota y llevarla con criterio hasta el arco de Preafán. Quizás, allí se justifica su único remate al arco en esa etapa. La expulsión de Romero no ayudó, las modificaciones no aportaron demasiado y el partido se extinguió con un Defensa decididamente superior.

Ahora solo resta pensar en lo que viene. Intentar cambiar lo más pronto posible el rumbo y soñar con que este equipo puede encontrar la forma de mejorar su nivel. Inclusive, aunque lo que muestre dentro de la cancha deje poco lugar para los sueños.