DQ en Estados Unidos

Por Luciano Corrao

Desde Las Vegas

Las Vegas es una ciudad no muy grande, pero sí lo suficiente para albergar cientos de hoteles, que se llenan con miles de turistas que abarrotan las calles, edificios y todo lugar donde quepa gente o haya un juego de casino.

Durante los días previos al combate entre Maravilla Martínez y Chávez Jr., algunos carteles se exhibían anunciando la pelea, aunque ya se sabía que los tickets estaban agotados desde el martes. Y hacia el fin de semana, sobre todo el sábado desde la mañana, el boxeo fue el tema del que todo el mundo hablaba e iba a hablar.

El público fue llegando al estadio ya desde cinco horas antes del combate. Los mejicanos dominaban la escena con gorros, banderas y cerveza que, en este caso, utilizaban para acompañar sus gritos desaforados. Los del Tri gustaban de salir por los pasillos para seguir con su arenga, comprar alcohol y por ello utilizar tanto los baños, con largas filas de espera. Pero la gente con la Celeste y Blanco muy pronto se hizo oír. Le puso color y mucho canto de cancha.

Cuando la pelea estaba por comenzar, los simpatizantes argentinos entonaron el himno con muchísima pasión y esperaron al ídolo. Un ídolo que no defraudó, que levantó a los suyos con cada golpe y los hizo sentir locales ante un Chávez que por momentos hizo enojar a sus propios fans, quienes le reclamaba mayor actitud.

Todo era color de rosas hasta el final del round 12, que con su desenlace dejó helado al público argentino, mirándose entre si, sin entender que era lo que estaba pasando. Finalmente, las tarjetas hicieron justicia y las más de tres mil almas gritaron bien fuerte “¡Dale Campeón!” para quedarse junto a Maravilla hasta que se retiró a su vestuario.

La jornada culminó con muchos que quisieron seguir de fiesta y salieron a celebrar en la noche de Las Vegas, donde en los bares y discotecas se siguió hablando de boxeo. Pero allí no confrontaron con los mejicanos, sino que por el contrario se los veía abrazados y compartiendo tragos.