Con un centro de Fernando Elizari en su estreno en la primera división y un cabezazo de Germán Mandarino, en su primer juego en la A del futbol nacional, Quilmes logró un heroico empate en tiempo de descuento ante San Lorenzo. En un duelo directo entre dos conjuntos que pelean por quedarse en la categoría, los dirigidos por Omar De Felippe no se dieron por vencidos pese a la desventaja en el tanteador y a un rival que lo había superado durante el tramo inicial. Punto con sabor a victoria.

Con el último suspiro, cuando parecía que las fuerzas y las ganas que le había imprimido a todo el segundo tiempo de poco iban a servir, el Cervecero sacó un conejo de la galera y se trajo un punto muy importante de la cancha de un rival directo. En realidad, fue Mandarino el que sacó un cabezazo que no estaba en los planes de nadie y le dio a su equipo una igualdad por la que se había sacrificado bastante durante los noventa minutos.

Claro que, a la hora de hacer un balance sobre quien jugó mejor, esos veinte o veinticinco minutos del primer tiempo donde San Lorenzo manejó con criterio la pelota y dio vuelta el marcador, le hubieran candidateado largamente a quedarse con ese rotulo. Pero el equipo de Pizzi pecó en el tramo final, salió a jugar a otra cosa y se dejó empatar por un adversario que nunca se entregó, pese a haber sido superado durante un tramo.

Y eso que el QAC fue el que pegó primero: un gran contrataque que arrancó en los pies de Mansilla y pasó por los de Cobo, Días, la cabeza de Diz, hasta terminar en la testa del goleador, Martín Cauteruccio, que no le dio chances a Migliore casi sobre la línea del arco. Pero los dirigidos por De Felippe nunca pudieron acomodarse al atractivo papel de saber aprovechar la desesperación del contrario y, en un abrir y cerrar de ojos, la historia ya había cambiado.

Apenas seis minutos le bastaron al local para saber aprovechar la buena sociedad que armaron Ruiz y Aguiar, que a pleno toque y con un gol de ambos, dieron vuelta la historia en el mejor momento de su equipo. Es más, la historia podría haber quedado sentenciada si los jugadores del Ciclón habrían tomado mejores decisiones a la hora de pisar el área de Trípodi. Pero Quilmes sobrevivió a ese torbellino y, en la última acción de esa mitad, se le presentó una chance inmejorable: penal de Buffarini a Mansilla y Cauteruccio a patear…pero el uruguayo erró en la decisión y permitió que Migliore salve a su equipo.

Pese a esta frustrante situación, la visita tuvo una actitud completamente distinta para la parte final. Más arriesgado y decidido, cambió el chip, tuvo otra decisión y obligó a que San Lorenzo comience a tomar más recaudos defensivos. Tal fue así que, los de Pizzi decidieron apostar todas sus posibilidades a la velocidad y las contras, mientras el QAC fue sistemáticamente para adelante, con la poca claridad que podía ofrecer su juego.

Pese a esto, deambuló permanentemente cerca del arco contrario y en un cabezazo de Elizari en el travesaño tuvo la paridad a diez del final. También lo podría haber liquidado el local en ese tramo, gracias a la velocidad de Jara y los espacios que ofrecía el Cervecero. Pero el gol no caía ni de un lado ni del otro y parecía que la historia no iba a cambiar…

Hasta que después de las expulsiones de Lema y Buffarini, el QAC volvió a tirar la pelota larga y ganó un tiro de esquina. Del mismo se hizo cargo Elizari y ese centro, encontró la cabeza de Mandarino. Si, uno de los más petizos, pero que tuvo la inteligencia para cambiarle el palo a la trayectoria del balón y decretó un empate heroico. Es que, con dos minutos y medio de descuento, ese punto tuvo el mismo valor que un triunfo para Quilmes. Un premio a la entrega de un grupo que pese a tantas adversidades, sigue encontrando caras nuevas que le permitan bancarse el momento más duro del semestre.