Parecía que el domingo iba a terminar de la peor manera para Quilmes…pero todo cambió a minutos del final del partido en el Estadio Monumental. Una buena combinación por la derecha terminó en un centro atrás que encontró con espacio a Cauteruccio dentro del área, y el uruguayo terminó quemando la red de Barovero con un bombazo de derecha que provocó el delirio en la tribuna visitante. Así el Cervecero logró un resultado que suma, principalmente en lo anímico, para enfrentar con más confianza la racha de encuentros complicados que se le vienen por delante.

Como si fuera un deja vú de lo sucedido hace un par de años atrás, cuando Caneo metió la cabeza casi en el descuento del encuentro, otra vez el QAC consiguió amargar sobre la hora a River en su campo. Otra coincidencia con aquel juego disputado en 2010 es que el local mereció la victoria, pero en este caso, los dirigidos por Omar De Felippe no se entregaron en ningún momento y tuvieron su premio.

El momento más emocionante del encuentro se dio en la primera etapa, donde cada uno aprovechó sus momentos para generar serias situaciones de peligro frente a los arcos. Primero el Millonario, aprovechando a un Quilmes dubitativo, que le costó hacer pie y sostener el balón en su poder en el primer cuarto de hora. Pero gracias a la desequilibrante tarea de Elizari, sumado al buen papel de Quilez y algún aporte desde la mitad de la cancha, la visita rápidamente empezó a contestar. Inclusive, contando con la más clara de toda la etapa: un gran slalom de entre tres futbolistas rivales del Melli, que luego no definió bien y entregó el balón a las manos del arquero.

La historia cambiaría en la parte complementaria. Porque, si bien el Cervecero arrancó mejor, dando la sensación de tener todo controlado, una pelota quieta le terminó complicando la vida: centro de la derecha de Lanzini que el nuevo ídolo millonario, el colombiano Alvarez Balanta, aprovechó para cambiar el palo con un testazo de Trípodi y convertir un golazo.

Ahí los papeles comenzaron a quemársele a un QAC al que le costó mucho volver a meterse en el partido. Los cambios tampoco fueron una solución inmediata y el equipo debió reorganizarse sobre la marcha. Mientras tanto, River hacía correr el reloj sin inquietar demasiado pero teniendo cierto control y dominio de las acciones de juego. Por eso, nadie imaginó como iba a terminar la película…

En medio de tantas dificultades, se generó una buena combinación por la derecha, que Elizari finalizó con un centro atrás. El resto es historia repetida, un tremendo derechazo de Cauteruccio, que no dio posibilidad de reacción a Barovero y le permitió a Quilmes llegar a un empate por el que había hecho poco en el tramo definitorio.

Un punto menos para sumar en la tabla de los promedios, pero la unidad cotiza más en lo anímico. Para no sentir tan fuerte la presión de los rivales que vienen detrás suyo y para sumar aire y confianza de cara al duro recorrido que le queda por delante. Además de todo esto, para empatar por tercera vez en el Monumental, estadio en el que no pierde desde el año 2006. Como para dejar en claro que es un equipo que no te deja en banda.