Fue apenas un punto, pero en el Centenario se festejó a lo grande. Con el empate en cero ante Godoy Cruz, Quilmes se aseguró su permanencia en la Primera División para la próxima temporada. Lo que parecía una quimera o un objetivo imposible de cumplir a comienzos de este año, se transformó en realidad a partir del gran semestre y de la estupenda campaña que los dirigidos por Omar De Felippe llevaron adelante durante el Torneo Final. Frente a los mendocinos, el nerviosismo se apoderó del equipo, que no jugó bien y se aferró al resultado que le dio la salvación.

Es difícil de explicar un partido en el que el resultado final tiene un efecto muy desproporcionado, con relación a lo producido dentro del terreno de juego. El cierre del juego mostró una enorme alegría, que se contradice con lo visto por los futbolistas del Cervecero durante el encuentro, pero que encuentra su lógica en el momento de entender que fue el broche final para un objetivo que costó demasiado y que, en algún momento de la temporada, parecía casi imposible de alcanzar.

Y Quilmes jugó durante estos noventa minutos, con la cabeza más pendiente del correr de los minutos y de saber que en un partido se estaba jugando el paso final de lo hecho a lo largo de un año y eso terminó impidiendo poder tener una actuación más destacada. Errático e impreciso por momentos, apurado y demasiado aferrado al empate inicial en otros. Entonces, lejos estuvo de ser una buena producción de los dirigidos por De Felippe, que fueron menos que su rival.

Porque más allá que a Godoy Cruz tampoco se le cayeron muchas luces, siempre tuvo una propuesta más frontal, apretando a su rival, llevándolo a cometer errores y contando con casi todas las jugadas de mayor peligro que tuvo el encuentro. La mayoría de ellas, en los pies de un Castillón que se encargó de dilapidarlas una a una. Para el QAC, tuvo dos Cauteruccio, en ambas bien resultas por el arquerito debutante Moyano: en el arranque del partido, para salir a apretar rápido, sin dejar pensar al uruguayo y en la otra, tocando justo una pelota cruzada, que amenazaba con meterse contra un palo.

Con un Caneo que no está a nivel producto de su poca continuidad ante tantas lesiones, el ingreso de Elizari generó un pequeño revuelo, pero no sirvió para mucho más. Claro, a esa altura ya faltaba poco y el empate caía como anillo al dedo, sobre todo ante un elenco visitante que parecía ir a quemar las naves en esos instantes finales.

El cierre fue con nervios y a pura emoción. El equipo y la gente se mancomunaron en canticos de alegría y sensaciones de misión cumplida. Es que, cuando todos lo daban por muerto, Quilmes renació de las cenizas, supo ser protagonista y fue al frente en casi todas sus presentaciones en el campeonato, lo que le permitió sumar 28 puntos que, a una fecha del final, le asegura su permanencia en la categoría por otra temporada. Una verdadera proeza que pudo alcanzar por méritos propios y sin que nadie le regalara nada. Y es ahí donde está el verdadero valor de lo conseguido.