Da la sensación que nunca le alcanza a Quilmes para salir de este presente que le toca vivir. Pese a mejorar ciertos aspectos de su juego y de mostrarse superior a un rival debilitado por tantos cambios, el equipo sigue pagando por errores y desajustes que lo llevan a continuar perdiendo puntos importantes de cara al futuro. El conjunto dirigido por Giunta pudo sacar una diferencia y tuvo las posibilidades para liquidar la historia, pero falló y un Vélez con suplentes y pibes se lo igualó gracias a un cabezazo.

La soleada tarde del Centenario empezó a pura ilusión, siguió con una mesurada alegría y terminó entre el fastidio y la bronca por la oportunidad que se dejó pasar. Es que, en esta decisión de mejorar los números en estas últimas fechas del Torneo Inicial, lo más importante es tratar de ganar un par de cotejos más. Y teniendo en cuenta la situación del rival, quizás este podría haber sido una gran oportunidad para lograrlo.

Justamente, ante un Vélez con once cambios, salió con decisión y llevó el trámite de esa primera parte al campo del visitante. Con tenencia de pelota y a veces criterio para utilizarla (Caneo tuvo un muy buen comienzo de partido), se mostraba como el más peligroso de ambos, porque los de Liniers se replegaban demasiado y apostaban todo a las jugadas de balón detenido.

Y tras una corajeada de Braña por la derecha, el centro mostró un delantero bien ubicado dentro del área chica: fue Diz que, tras una rara pirueta, conectó de primera a la pelota para sorprender al joven arquero Alan Aguerre. Con presión y decisión defendió bien la ventaja, aunque le dio más posibilidades de adelantarse a los dirigidos por Gareca, que apenas se sacaron la modorra con un remate cruzado (y mordido) de Rescaldani.

Desde un comienzo, el ritmo fue distinto en el tramo final. Con mucha recuperación y salida por los costados y asociación en ataque, el Cervecero tuvo el segundo gol al alcance de la mano en esos primeros minutos. Encima Vélez se quedó con diez por doble amarilla del pibe Medaglia y enseguida Zacaría quedó cara a cara con el arquero…pero terminó definiendo apurado, sin pensar, entregándole la pelota en las manos al arquero rival.

Los cambios le dieron más variantes y un poco más de presencia en ofensiva a un elenco de Liniers que a esa altura ya jugaba emparchado (el colombiano Copete de lateral izquierdo). Así y todo, pese a merodear con más cotidianeidad el área adversaria, las opciones no aparecía. Hasta que una falta innecesaria en tres cuartos de cancha, terminó en un gran centro de Insúa y un cabezazo de Facundo Cardozo, uno de los tres futbolistas que entraban solos y de frente al arco por el segundo palo.

Ese tanto se transformó en confianza para los futbolistas visitantes y desesperación en el conjunto local, que terminó yendo a la carga Barracas, con la expectativa de encontrar alguna ocasión en medio de un centro llovido al área. Pero nada cambió la historia, para fastidio de un lado y tranquilidad del otro.

Teniendo en cuenta la coyuntura, el empate no fue un buen resultado. Es que, en esta etapa de transición, lo que más importa es ganar cuando las circunstancias están dadas para lograrlo. Porque a veces en la que no alcanza solo con merecimientos, hay que confirmarlo dentro del campo.