Queda claro que Quilmes fue el protagonista real de lo sucedido en la calurosa tarde de domingo en La Plata. Protagonista…en lo negativo. Porque mostró muchas dificultades a la hora de marcar en las pelotas quietas y le dio ventajas a un Gimnasia que llegó muy fácil a sus conquistas. Y también por su impericia a la hora de intentar llegar al empate: jugó más de veinte minutos con un jugador más que el rival y así y todo, casi no le generó situaciones de gol. Una derrota impensada por la levantada que venía sosteniendo y que lo obliga a tratar de ganar en la última jornada.

Más allá de la alta temperatura, no caben dudas que entregaron todo en la tarde de El Bosque platense. Quizás allí se sume el punto más importante a destacar en un Cervecero que siempre tuvo que remarla por inconvenientes propios, en medio de un juego repleto de circunstancias que lo hicieron atractivo hasta el instante final.

La cosa empezó para el QAC desde el arranque. En el primer centro al área, se despejó la pelota pero se tomaron mal las marcas para la segunda jugada, Gastón Díaz quedó solo sobre la derecha, tiró el centro rasante y Facundo Pereyra la metió de taco ingresando por el medio. Golazo. Y ese impacto lo sintió, porque Gimnasia se lo llevó por delante durante los minutos siguientes y tuvo varias ocasiones claras, la mayoría en los pies (o la cabeza) del colombiano Correa, que había ingresado por la lesión de Meza.

Pero en el momento más impensado, llegó el tanto del empate. Zacaría tuvo premio a su constante búsqueda desde media distancia, con un balazo que se coló contra el palo izquierdo de Monetti (se tiró tarde). Y a partir de ese momento y por varios minutos, se vio lo mejor de la visita. Cortaba y presionaba bien en la mitad de la cancha, jugaba por las bandas y encontró ocasiones con centros desde los costados (la más clara, chilena de Diz que cayó en las manos del arquero).

Y cuando mejor la estaba pasando, un error de la terna arbitral le volvió a poner el partido cuesta arriba: una supuesta mano de Bontempo que no existió, terminó en un tiro libre que encontró un frentazo de Pouso (entró muy libre en el borde del área chica), bien tapado por el arquero, pero que en el rebote le quedó de nuevo a Pereyra, y el balón de nuevo a la red.

Encima, en el arranque del tramo definitorio, otro error defensivo de los dirigidos por Giunta: Correa tuvo todas las libertades del mundo para cabecear en el primer palo tras un tiro de esquina y parecía que su gol empezaba a definir la historia…porque a Quilmes todo le costaba horrores, a pesar que la propuesta era más agresiva, que Gimnasia regalaba terreno y pelota, la historia parecía que no iba a tener modificaciones.

Hasta que cayó una pelota dentro del área, Telechea dejó correr la pelota y con al arquero desparramado por el piso, Boghossian mandó al balón al arco, que Barsottini tapó primero con las piernas y luego con la mano. Penal, expulsión del rival y gol del uruguayo (el primero desde su arribo). Faltaban veinte minutos y parecía que las chances creían notoriamente para el QAC.

Pero pese a tener la pelota durante todo el tiempo, con un equipo que decidió a jugar bien pegado a su área, a Quilmes no se le cayeron las ideas y terminó chocando contra un Gimnasia bien plantado y contra sus propias carencias. Apenas una oportunidad para Telechea sobre la hora, con el balón muy en alto que despejó bien Monetti, fue lo único generado con real peligro. Encima, a esa altura ya se jugaba al ritmo del tiempo que hacían los rivales y con la incapacidad del árbitro para manejar el momento definitorio del partido.

Y entonces fue derrota y complicación para el Cervecero, que ahora deberá ganarle a River en la última fecha, para tratar de quedar mejor parado de cara a un semestre en el que el balance deberá ser más positivo, si es que no quiere sufrir en serio en la tabla de los descensos.