Más allá de cualquier mejora futbolística o del nivel que mostrara el equipo del terreno de juego, Quilmes sabía que había un solo hecho que lo iba a dejar contento en la noche del lunes. Y los dirigidos por Pablo Quattrocchi lo consiguieron con creces: ganaron su primer partido en el campeonato, despachándose con una goleada impensada ante el siempre molesto Arsenal. Dentro de un trámite raro, el Cervecero se encontró con el resultado y terminó justificando su éxito en la segunda mitad. Este resultado ayuda a descomprimir el momento que estaba viviendo el plantel.

Con urgencias llegaba el QAC a este partido y había un solo remedio para curar momentáneamente esa situación. Sumar de a tres era la premisa y, por momentos de forma acertada y en otros casos sin saber bien a que jugaba, el equipo pudo lograrlo. Le costó mucho al principio, cuando el rival le manejaba la pelota y mostraba muchas flaquezas defensivas. Hasta que una jugada clave, empezó a cambiar la historia.

Fue poquito después de los veinte minutos, cuando Sarmiento tomó un balón perdido por los mediocampistas de Arsenal, corrió hacia el arco, se perfiló y terminó clavando el balón contra un palo. Quilmes se encontraba con la victoria parcial en su segundo tiro al arco y sin haber hecho demasiados méritos para justificarla. Pero claro, esa situación agrandó a unos y deprimió mucho a los otros, al punto que los de Sarandí no volverían a recuperarse en lo que quedó de partido.

Mejor parado en el terreno de juego, achicando espacios defensivamente y volcándose a jugar decididamente de contraataque, el Cervecero mostró su mejor versión en el segundo tiempo. Con un Chirola Romero encendidísimo, mejor manejo de pelota y un Brian Sarmiento picante en velocidad cada vez que tomaba el balón, los de Quattrocchi se la jugaron más convencidos de lo que debían hacer para asegurarse los tres puntos.

Encima, enseguida Nico Cabrera se encontró con el espacio justo para un remate al arco, le pegó seco y cruzado, Andrada dio un rebote largo y eso lo aprovechó Klusener, que convirtió bien a lo goleador, con el arco solo. Fue un golpe de nocaut para los dirigidos por Palermo. Que encima debieron sufrir con otra corrida del número diez local (la figura de la cancha), que tuvo para rematar y cuando vio que no encontraba el hueco, decidió tocar para el Enki López. El envío de este pegó en un hombre del Arse, pero en una parábola rara, la pelota se coló junto al travesaño.

La frutillita del postre llegaría en el cierre. El debutante Ilarregui (había entrado minutos antes) le ganó bien la posición a Damián Pérez, aceleró por la derecha, lo vio pasar a Scifo y éste tiró un centro preciso para la llegada por el segundo palo de Adrián Fernandez, que definió de forma correcta de cabeza para ponerle punto definitivo a la goleada.

Victoria consuma y festejo generalizado en medo de un partido raro. Pero a esta altura de las circunstancias, poco importan las formas en este Quilmes. Sumó su primer triunfo y podrá trabajar más tranquilo en los próximos días, sabiendo que tiene un poco más de aire para afrontar el duro calendario que se le viene por delante.