Entregándose por completo, dejando el corazón en cada pelota. Receta simplista si las hay, pero más allá de aciertos tácticos y buenos rendimientos individuales, queda claro que esta tarde-noche en el Centenario, Quilmes entendió que se jugaba una carta importantísima para intentar ponerle punto final a su mala racha. Asumiendo esa idea, defendiendo al entrenador dentro del terreno de grupo, el equipo batalló, sacó la diferencia rápida y pese a pecar con un retraso muy claro en el terreno en el tramo final, se quedó con tres puntos vitales que traen algo de calma.

Sabía este grupo que está fresca tarde de sábado salía a la cancha con una pesada mochila sobre sus espaldas. Pero quizás ese detalle le dio la fuerza necesaria para arriesgar ante un rival irregular, pero de nombre y con un peso específico que siempre merece respeto. El propio Quattrocchi en la semana se mostró decidido a jugársela, volviendo a sus fuentes tácticas y poniendo su querido 4-3-3 dentro del terreno de juego.

Y esa idea le rindió, porque tanto Cabrera como extremo por derecha como Ilarregui por izquierda, fueron claves en el triunfo del QAC. Por rendimientos y porque aparecieron en situaciones determinantes: el ex Gimnasia asistió primero con un tiro libre a Alegre, que entrando por el segundo palo, convirtió el tanto de la apertura de cabeza; y después asistió (tras otro horror de Vélez atrás) al debutante desde el inicio Ilarregui. El Tico quedó con el arco libre y con total simpleza aumentó el tanteador.

Los dos goles trajeron tranquilidad a la cabeza y eso convenció más a las piernas, para sacar la fuerza necesaria y trabajar el partido. Por momentos ahogando a los de Liniers, por otros otorgándoles la pelota pero sin darles ventajas ni libertades en los últimos metros de la cancha. Al punto que, salvo un remate desviado de Caraglio, tras un par de rebotes en el área, fue la única chance de la visita en el tramo inicial.

La historia cambió en el segundo tiempo porque el Cervecero entregó el protagonismo por completo, durante media hora casi no tuvo la pelota y el juego estuvo concentrado casi todo el tiempo cerca del arco que defendió Walter Benítez. Y pese a que casi nunca le encontró la vuelta, una arremetida de Pratto le permitió llevarse la pelota entre varios rivales y definir de forma acertada ante la salida del arquero.

La diferencia de un solo tanto acrecentó los nervios de unos y otros. El Turu Flores tiró toda la carne al asador y plegó de delanteros el campo. Pero con el coraje y sabiduría de Braña (la figura de la cancha), el buen murallón defensivo, las corridas de Cabrera y el ingresado Sarmiento, Quilmes peleó el partido unos metros más adelante en los instantes finales. Al punto de haber contado con dos ocasiones clarísimas para definir la historia: Romero le sacó un remate al propio Sarmiento y Sosa tapó un remate a quemarropa de Carrasco.

A pura discusión por el tiempo agregado y la demora de los locales, se fue el tiempo y el QAC pudo celebrar a lo grande una nueva victoria. Apenas la segunda en el certamen, pero que sirven para calmar las aguas, salir momentáneamente de una situación límite y darse fuerza para lo que viene, que no será nada sencillo. Pero la actitud sobra y ese gesto es muy positivo para creer en una remontada.