Apasionado del deporte, Andrés Deyá comenzó a correr hace más de diez años. Y si bien sus primeras competencias fueron de tramos cortos, no tardó mucho en engancharse con el triatlón, más específicamente en su versión Iron Man, la distancia más larga que existe.

“Trato de correr uno por año, siempre eligiendo algún lugar al que no fui” –relata Andrés y continúa- “En diciembre estuve en Cozumel, uno de las más famosos y exigentes. Sufrí mucho la carrera, porque había 40º y mucha humedad. Bajé 5 kilos, estaba desacomodado pero miraba el reloj e iba para adelante. No fue mi mejor tiempo, pero quedé entre los 600 primeros”.

- ¿La experiencia fue positiva?

- En la sensación fue la peor, pero en la posición, la mejor. Pensá que trabajo y tengo una familia, no es lo mismo que un profesional, aunque hasta ellos lo sufrieron: Oscar Galíndez, el Nº 1 del país, tuvo que caminar porque no le daba el físico. Lo bueno es poder terminar y contarla.

- ¿Cómo arrancaste?

- Un entrenador me preparó tres años para poder correr mi primer Iron Man (NdeR: 3800mts de agua, 180 en bicicleta y 42 corriendo) en Brasil. No solo es el físico, sino también los tiempos con la familia, las comidas… ¡hace cinco años que no como una milanesa frita!

- ¿Te exigís en el entrenamiento?

- Ahora entreno 5 veces por semana, pero pueden llegar a ser 7 o 10. Aprendí que sin sacrificio no hay gloria.

- ¿La cabeza es un factor importante?

- El entrenamiento es la mitad da la carrera, el otro 50 es mental. Cada vez que largo, me mentalizo que va a ser un día muy extenso, pero que debo disfrutarlo sin presionarme, entendiendo que puedo llegar o quedarme en el camino.

- ¿Te quedan objetivos por cumplir?

- En noviembre empezaré a prepararme porque, quizá en abril vaya a correr a Sudáfrica. Aunque, mi sueño es clasificar para Hawai. Algún día lo voy a lograr, pero sin desesperarme en la búsqueda. Ir al lugar donde se creó el Iron Man, sería un sueño.