A más de 500 metros de altura, desde el Empire State Building, Sergio Martínez tuvo a Nueva York rendida a sus pies. La Gran Manzana se mostró pendiente de su combate en el Madison, lo trató como una celebridad y la prensa internacional abundó en elogios a su gran nivel boxístico, con un detalle importantísimo: todos, y no solamente la cadena dueña de los derechos de televisación, indicaron a Maravilla como el “verdadero campeón de los Medianos”, más allá que la faja actualmente esté en poder del mejicano Chávez Jr. El quilmeño, por el momento, es un rey sin corona, pero está en la cima del mundo.

Bien posicionado en el ranking libra por libra, detrás solamente de dos monstruos (boxísticos, pero también del marketing) como el estadounidense Floyd Mayweather y el filipino Manny Pacquiao, Martínez está varios escalones por encima de cualquier rival dentro de las 160 libras. Al momento del combate, Matthew Macklin se encontraba en el segundo lugar en los listados del CMB. Por eso, aún sin título en juego, la pelea tenía condimentos de mundialista. De ahí la importancia de esta nueva victoria, ya que su oponente no era uno del montón. De hecho, el inglés comparte un pelotón bastante parejo junto a Felix Sturm, Daniel Geale y Dmitry Pirog.

Es por ello que los medios de todo el planeta, incluidos los británicos, borraron periodísticamente del mapa al actual titular de la división, Julio César Chávez Jr. Un campeón de cartón que para acceder a la corona que Maravilla conquistara de forma espectacular ante Kelly Pavlik en abril de 2010, necesitó que a fines de ese mismo año el Consejo Mundial desde un escritorio le retirara la faja al quilmeño. Tras este triunfo de Martínez estaban obligados a enfrentarse pero, según los últimos capítulos de esta novela mejicana, esa pelea no se concretará.

Era la última chance para el de Sinaloa de demostrarle al público y a la prensa que estaba a la altura del cetro que tiene en su poder. Ahora, el CMB, si es que cumple con su palabra, debería quitarle el título y allanar el camino para que el quilmeño pueda volver a reinar oficialmente en los Medianos. Algo que a esta altura parece un mero formalismo, ya que en los hechos, Sergio Martínez nunca dejó de ser el verdadero rey.