Se trataba de una parada más que importante, para conocer la realidad del equipo. Frente a un adversario directo en la lucha por escaparle al descenso, Quilmes cumplió con un aceptable partido, mejoró anteriores producciones y sumó un punto importante de la casa de Independiente. El conjunto que dirige Omar De Felippe fue más en el primer tiempo, pero por momentos se vio superado en el segundo, ante la intensidad propuesta por el rival. Al final, el resultado fue justo.

En un verdadero potrero en el que se transformó el último tiempo el campo de juego del Libertadores de América, se jugó un partido con dientes apretados, en los que se alternaron el dominio pero en el que a ambos le faltó sapiencia y coordinación para poder quedarse con la victoria. Eso si, meter se metió como en una verdadera final. Es que, en disputa está nada más y nada menos que la permanencia.

En medio de ese panorama, el Cervecero sorprendió con una mitad de cancha diferente, ante la aparición por primera vez de Jacobo Mansilla como titular y el debut absoluto en primera de Pablo Mattos. Eso obligó a cambiar el sistema y jugar con un solo delantero, con Caneo de mediapunta y Cauteruccio bordeando durante todo el frente de ataque. En el tramó inicial le salió bien la apuesta al DT, porque el equipo mejoró en recuperación y tuvo la viveza suficiente para saber rodear a sus hombres de punta.

Ante un timorato Independiente, que no podía sobresalir por juego colectivo ni por sus individualidades, el QAC se mostraba más punzante. Claro que, sin tanta presencia dentro del área rival, le costó contar con demasiadas situaciones de peligro. Aunque, con las pocas que tuvo podría haber definido el encuentro. En una de ellas (a esa altura, Navarro ya le había sacado una a Cauteruccio con las piernas), hubo un buen corte por derecha de Garnier, que prolongó Caneo y que encontró a Mansilla solo por izquierda. Este, ni bien frenó el balón, le terminó pegando un fierrazo cruzado, que le terminó pasando por abajo del cuerpo al arquero.

Ese fue el mejor momento de Quilmes, que pudo haberle dado el mazazo de nocaut al Rojo, pero Cautera estrelló su balón en el travesaño. A partir de eso, la historia cambiaría en el tramo definitorio…

Pese a que Lima casi la clava en un ángulo con el calibre que tiene en el pie izquierdo, en la primera que tuvo este Rojo renovado, con más vigor e ímpetu que lo mostrado en los primeros cuarenta y cinco, Ernesto Farías mandó el balón a la red, después de un centro preciso de Osmar Ferreyra desde la izquierda. Ese tanto hizo crecer a uno y disminuyó bastante el andar del otro. Por eso, con más ganas que futbol, el local se los llevó por delante durante un lindo rato a los dirigidos por De Felippe. El clarificante ingreso de Fredes parecía darle la conducción que el local no tuvo con Rosales, pero sus nervios y carencias actuales no le permitieron completar una jugada de forma correcta.

Con la tonta expulsión del juvenil Benítez, el Cervecero volvería a crecer y a creer en sus posibilidades. Y ante un Caneo más errático de lo normal, el entrenador apostó a culminar con tres puntas en la cancha, producto de las apariciones de Telechea y Diz. De cualquier manera, ya no habría mucho tiempo para la heroica.

Entonces llegó el final con puntos repartidos. Mientras el Rojo sigue inmerso en su preocupación, para Quilmes fue una prueba superada. Es que, recuperó su espíritu combativo, maquilló su juego y sumó en una cancha complicada. No es poco, en tiempos donde a nadie le sobra demasiado.