Se trata de un juego de estrategia, donde el plan es lo más importante, sin embargo, fuera de fríos cálculos y teoría, el ajedrez quilmeño también incluye el costado más noble del ser humano: la Solidaridad. Desde hace tiempo ya, el Club de Ajedrez de Quilmes, es un claro exponente de este compromiso. Antonio Pérez, le explica a Deportes En Quilmes, el proyecto mediante el cual chicos de diferentes escuelas especiales aprenden a jugar, compiten y, los más importante, dejan de sentirse discriminados.

- ¿Cuánto tiempo hace que vienen dictando estas clases?

- Prácticamente, ya van dos años y medio. Estos son chicos que jugaban en los colegios especiales. Participaban en los Torneos Integrados, son intercolegiales donde compiten junto a niños con capacidades plenas, que se realizan en Varela, Berazategui y Quilmes. Sin embargo, tenían una forma de jugar muy casera, o sea, como podés aprender en el barrio, sin profundizar en la técnica. Antes de llegar acá, ellos quizá ganaban, pero no entendían por qué. Hoy saben que lo lograron porque elaboraron un plan, han progresado muchísimo y no bajan del cuarto puesto.

- ¿Pero esos logros son mérito de lo que aprendieron acá o es su propia capacidad?

- Estos chicos sabían como muchos, pero acá han aprendido el concepto. Han ordenado su juego y entendido la dinámica. Tratamos que incorporen la teoría y la técnica a una disciplina tan especial como esta. Es como un buen futbolista, que puede correr toda la cancha, pero si no tiene un técnico que le encuentre el puesto indicado, no va a saber explotar sus condiciones. Acá es lo mismo. Uno va a rendir bien cuando cuente con teoría, táctica, estrategia y práctica.

- ¿Costó que los chicos se interesaran con el proyecto?

- Simplemente, se dio. Empezaron a venir porque en uno de esos Torneos me tocó jugar una simultánea y a uno de ellos lo volví loco con los alfiles. Quedaron impactados porque no entendían cómo, si siempre ganaban, un tipo que no conocían logró eso. Entonces los invité a venir a la Escuela para enriquecerse y aprender un poco más de lo que ya sabían. Así, los fuimos guiando para que lleguen a buen puerto.

- ¿Con cuantos alumnos cuentan actualmente?

- Algunos han rotado durante todos estos años. Hoy en día, tenemos cinco alumnos fijos que toman clases una vez por semana. Estamos invitando a chicos más grandes, que ya terminaron el nivel secundario y cursan la educación laboral, que es donde aprenden oficios.

- Aparte de lo que les enseñás, debe ser gratificante la función integradora que cumple la Escuela…

- Me da mucho gusto dar estás clases, es diferente que con los otros chicos, acá nos divertimos todos porque no hay presión. Tienen muy buena conducta, son muy unidos y están siempre dispuestos a colaborar en lo que haga falta. Es muy triste que estos pibes a veces terminen trabajando de cartoneros. Sin embargo, es muy gratificante ver que un chico que muchos creen “inferior” pueda sorprenderte. Las pruebas están a la vista: jugaron un Intercolegial Nacional en Rosario y, de 96 colegios, salieron 29, siendo la única escuela especial que participó.

- ¿Compiten para el club?

- No, representan a su escuela, pero aprendieron acá. Además, tienen un torneo interno el último sábado de cada mes, donde participan todos los chicos de la Escuela del Club. Se juntan todos y se arma un “Torneazo” que a ellos les encanta.

- ¿Qué es lo que más rescatas de esta función del Club?

- Que los contiene, porque el ajedrez no es solo un juego, también es una forma de vida, que les va agregando valores, y de a poquito han logrado integrarse jugando con toda la gente de acá. Tienen un lugar donde ir y eso es muy bueno. Da mucha satisfacción ver que lo que uno va enseñando, se ve plasmado en su progreso.