Dos caras diferentes de un mismo equipo. Por un lado, un Cervecero que se pareció al de siempre, sin plan definido, probando en cancha y ante un adversario complicado, una idea táctica que no tenía respaldo de entrenamientos (jugó 3-5-2), con errores individuales y colectivos que lo llevaron a irse derrotado al complemento.

También es cierto que no fue el mejor partido de Maipú, un conjunto habitualmente acostumbrado a mostrarse de buena manera con la pelota. Lo mejor de los mendocinos se vio en el primer cuarto o veinte minutos iniciales, dominando en base a presión y dinámica. Claro que el gol llegaría, cuando el QAC parecía querer pelearle un poco más el trámite: iban 27 minutos y Elías Brizuela perdió la pelota, hubo un buen desborde por la izquierda, para que Ezequiel Almirón anotara, casi abajo del arco, y arrojándose al piso.

Pero en la segunda parte, el andar de ambos cambió. Los ingresos de Colman y Sanabria sumados a una postura más decida y convencida de ir en búsqueda del arco contrario, volcaron el partido en favor de Quilmes. Y eso enseguida se vio traducido en situaciones de gol: un remate de Boneto que casi se mete en el ángulo, un cabezazo al palo y un remate de Anselmo que dio en el travesaño y picó en la línea fueron de las más claras para los dirigidos por Sciacqua.

Y a eso habrá que sumarle una polémica sobre el cierre, cuando el árbitro Juan Pafundi -a expensas del línea número 1- anuló lo que hubiera sido el tanto del empate del partido, ante una ubicación dudosa del propio Anselmo.

Más allá de esto, el QAC sumó otra derrota, se alejó definitivamente de los tres de arriba, comprometió el cuarto puesto de la tabla y sigue dándoles chances de acercarse a los que vienen por detrás suyo. Todo eso, en medio de un presente futbolístico en el que no logra establecer que es lo que busca y mejor le sienta dentro de un campo de juego.

Foto: Dep. Maipú oficial