Y finalmente se le dio el triunfo al Cervecero. Jugando como local en cancha de Banfield y sin público en las tribunas, Quilmes pudo sacar adelante un duro partido ante un rival complicadísimo como Godoy Cruz. Luego de sufrir durante un largo rato, sobre la hora y tras una corrida de Jota Morales, Caneo llegó para definir y desatar la felicidad contenida de todo el equipo desde la vuelta a Primera.

No hay mal que dure cien años. Ni seis meses. Ni 19 partidos. Porque al final el hechizo maléfico se rompió y el QAC pudo volver a celebrar una victoria. Muchos días pasaron de aquella noche de abril en la que Ramón Lentini le daba la victoria frente a Tiro Federal, en un partido que el Cervecero no había merecido ganar y que se definió sobre la hora. Justamente, las coincidencias no faltan...

Porque sin dudas que los dirigidos por Leonardo Madelón no mostraron más fortalezas que el rival, a la hora de analizar la justicia del triunfo. Es más, estuvo más cerca de perderlo que de gozar durante gran parte del juego. Pero en este juego de las casualidades, la suerte que desde hace mucho le venía jugando en contra, esta vez estuvo del lado del Quilmes y pudo llevarse un triunfo agónico, gracias a la corrida de Jota Morales y al puntazo en la definición de Miguel Caneo.

Y eso que el Cervecero había comenzado ganando de entrada. Apenas se disputaba un minuto y monedas, cuando tras una buena jugada de Diego Torres por la izquierda, le permitió habilitar de forma precisa a Raymonda, para que esta definiera de cachetada, abriendo el marcador de forma sorpresiva.

A partir de ahí, el resto del tramo inicial fue casi todo de los mendocinos, que hicieron gala de su variedad de alternativas en ofensiva, para crear una innumerable cantidad de situaciones de gol, que de a poco fueron transformando en claves a Fontanini (la figura del juego) y al debutante Hernán Galíndez. La igualdad se caía de maduro y llegó, después de una buena acción colectiva que definió Jairo Castillo, en posición adelantada, solo debajo del arco.

El tramo final se hizo más impreciso, con un Cervecero mucho más cuidadoso de la potencia del adversario, que mostró muchas más falencias ala hora de transportar la pelota. De cualquier manera, en los minutos finales tuvo dos jugadas para definirlo (en la más clara, David Ramírez erró un mano a mano). Y cuando el QAC ya aguantaba como podía los embates de un Godoy que quemaba sus últimos cartuchos en pos de la victoria, llegó el pelotazo, la corrida, al definición y el desahogo.

Demasiado premio para un equipo que no hizo más que el rival para ganar el partido. Pero a su vez, un premio enorme imaginando en que este sea el primer paso positivo en el camino de la salvación.