…pero con distinto resultado. Pese a no estar en un buen nivel, Quilmes estaba acostumbrado a ganar en las últimas fechas, cada vez que jugaba en el Centenario. Esta vez, el equipo dirigido por Caruso se puso rápido en ventaja, pero nunca contó con el juego y la actitud para sostener o liquidar la victoria. Por eso, en un error defensivo, Patronato pudo llegar al empate y la sensación de frustración quedó instala en el local. El Cervecero no termina de arrancar y no logra el protagonismo deseado en el torneo.

Volvió a complicarse la vida solito Quilmes. Una vez más le faltó decisión, compromiso y categoría para poder demostrarse superior a un rival respetable, pero que mostró las debilidades de siempre a la hora de salir a jugar fuera de casa. Ni siquiera la tempranera ventaja le sirvió para acomodarse a un encuentro en el que en pocos pasajes estuvo cómodo.

Porque un gran cabezazo en anticipo de Sebastián Martínez (le cambió el palo al recorrido de la pelota, clavándola en un ángulo) lo dejó en ventaja en el marcador, cuando casi no había pateado al arco, más allá de mostrar ciertas insinuaciones ofensivas. Pero así y todo, no fue suficiente para que el Cervecero pudiera hacer descansar la pelota en los tipos que saben: Caneo mostró indefiniciones y Chirola Romero hasta el momento está más en el trabajo sucio que en la construcción, porque sus delanteros estuvieron erráticos y el resto acompañó poco.

En el medio de esto, los entrerrianos sacaron a relucir una vez más toda la tibieza de un conjunto que le cuesta ser agresivo cuando sale de visitante, pese a no refugiarse en ningún momento contra su valla. Por eso, el primer tiempo mostró un muy mal nivel general, con roces permanentes y miles de infracciones, ante una opaca labor del árbitro.

Seguramente, el comienzo del tramo decisivo fue lo mejor del QAC en el juego. Porque adelantó sus líneas, mostró un poco más de decisión y con pelotas quietas (gran cabezazo de Telechea contra un palo que Bértoli mandó al corner) y remates de media distancia (el arquero también tapó un remate rasante de Garnier). Pero poco más…

Los cambios no sirvieron, el equipo se quedó y Patronato, sin querer queriendo, encontró un hueco en una apilada del ingresado Diego Romero y después de un envío al medio de Leopoldo Gutiérrez, fue el propio Corvalán el que punteó la pelota y la mandó al fondo de la red. El clima en el estadio cambió. La tolerancia cero se acabó y lo que era indiferencia de la gente, pasó a ser crítica e insulto.

Y Quilmes nunca le encontró la vuelta. Cortó la idea de media inglesa del entrenador, con un resultado que no gusta y que dejó sabor a poco. Sigue si ponerse la pilcha de protagonista de un torneo que, hasta el momento, apenas le alcanza para estar en el pelotón de perseguidores de los verdaderos candidatos.