Por Javier Rodríguez

A los 63 años, el ex boxeador Salvador “Toto” Taralio, continúa guanteando 10 rounds todos los días y colabora en la formación de nuevos púgiles en el gimnasio Álvarez Box. Con un record de 57 peleas amateurs, y un breve paso por el profesionalismo, “Toto” compartió entrenamientos junto a Oscar “Ringo” Bonavena y llegó a pelear en el mítico estadio Luna Park.

- ¿Cómo fueron sus inicios en el boxeo?

- De la mano de Atilio Lucoti en el Club Fabril Financiera de Bernal. Cuando comencé a entrenar pesaba 47 kilos y no daba para la división mínima de 49. Tuve que ejercitar un año en el gimnasio para poder alcanzar la categoría mosca, mientras tanto realicé alrededor de cinco exhibiciones. Una vez en peso, en julio de 1962, saqué la licencia y debuté guiado por los profesores Tizera y López. Con el tiempo pasé de mosca a gallo y luego a pluma.

- En esa época había muchas veladas por todo el país ¿no?

- Sí, en mi campaña recorrí la provincia de Buenos Aires realizando muchos festivales de box, en ciudades tan dispares como Tandil, Ayacucho y Arrecifes, entre otras. También combatí en el Estadio Bristol de la ciudad de Mar del Plata y en Santa Rosa, La Pampa. En Capital Federal peleé en el Club Unidos del barrio de Pompeya y, gracias a que me pude vincular con Enrique Lastra, en el Luna Park.

- ¿Tiene un recuerdo especial de alguna de todas esas ciudades?

- Sí, en Mar del Plata conocí al recordado boxeador Roberto Palavecino, quien me invitó a quedarme en la ciudad, en la cual viví dos años. Lamentablemente, luego de un accidente de tránsito en el que me quebré la tibia, el peroné y recibí un fuerte golpe en la cabeza, tuve que volver a Bernal para recuperarme. Sin embargo, después de dos años pude regresar a la actividad, retornando en 1966 hasta que me retiré en 1970.

- ¿Quién fue para usted el boxeador argentino más destacado de su generación?

- De esa época están “Ringo” Bonavena y Saldaño, entre otros tantos, pero el que se llevaba mi mayor admiración sin duda era “Ringo”. Un ídolo total.

- ¿Cómo es la vida del púgil amateur?

- En el mundo del boxeo amateur tenés que empezar de muy abajo, entrenar en el gimnasio de menor a mayor y es el mismo gimnasio el que te va llevando al nivel que buscás. Debés ir creciendo día a día e ir haciéndote de experiencia. Sin una buena escuela amateur no se puede llegar en forma al plano rentado.

- ¿Se puede decir que el boxeo es una escuela de vida?

- Sí, por supuesto que lo es. En el boxeo se aprende disciplina física y mental, es una terapia que te ayuda a sacar lo mejor de vos. Por eso yo sigo entrenando.

- ¿Lo pone contento ver adolescentes compartiendo el gimnasio con usted?

- Claro, los chicos vienen con muchas ganas de aprender. Trato de transmitirles toda mi humilde experiencia y, cuando me lo piden, colaboro en la enseñanza.