No hay caso, no hay forma. Esa es la principal conclusión con la que se debe haber quedado el hincha que ocupó la tribuna visitante en el estadio del Viaducto. A pesar de haber mejorado en su fisonomía, de haber realizado un buen primer tiempo y de llegar dos veces a la ventaja en el tanteador, la última a escasos minutos del final, Quilmes no pudo ganar su primer partido del año y se debió conformar con el empate ante Arsenal. El empate tuvo sabor a derrota para un equipo que continúa a un paso del descenso.

Pasarán rápidamente al olvido los buenos minutos que el Cervecero mostró en Sarandí. Los fríos números se impondrán y marcarán que al equipo el queda una semana menos de vida. Que desperdició una nueva oportunidad para reivindicarse consigo mismo y con su gente, y que se aleja cada vez más de cualquier posibilidad de pelear por la salvación del descenso.

Es que, así como ya sucedió en otras ocasiones, el QAC pudo haberse llevado un resultado más importante desde el Viaducto. Pero otra vez cayó en errores propios: no supo defender una pelota llovida en tiempo de descuento y, la mejor individualidad del rival no lo perdonó. Por eso, se mantiene virgen de triunfos en lo que va del año.

Quizás, la primera etapa fue lo mejor de los dirigidos por Caruso. En base a la presión y el constante juego por las bandas de Torres y Broggi, le dieron profundidad y compañía a una buena sociedad que armaron Caneo y el debutante Vázquez. Justamente, este último entendió a la perfección su labor de pivote y se las rebuscó para complicar en el área rival. Y por su cabeza, Quilmes e fue al descanso en ventaja.

Para el tramo final, Alfaro nos e quedó cruzado de brazos, y viendo la impotencia de sus dirigidos, comenzó a mover las fichas. Si bien, el Cervecero tuvo chances de gol en el arranque, después del primer cuarto de hora, Arsenal lo fue acorralando al punto de tornarse inevitable el empate. Sin poder conseguir el balón, el visitante debió sufrir el arma preferida de los de Sarandí: la pelota parada. Esta vez, bien conectada por Lisandro López.

Pero cuando parecía que s ele venía la noche, Quilmes sacó un mago de la galera. En uno de sus pocos ataques del tramo final, desbordó bien Caneo, definió Vázquez y el rebote en un defensor fue tomado por Garnier, que mandó la pelota a la red. Ahí si daba la sensación que la historia podía ser distinta...

Con un rival desorientado, el QAC se dedicó a cuidar la pelota, a quemar los minutos y a esperar el final. Pero claro, no contaba con un nuevo error defensivo. Una pelota que salió del campo contrario, no fue despejada de primera, y después de un picar fue tomada por Leguizamón que, ni bien pisó el área, definió perfecto abajo y cruzado.

Solo hubo tiempo para lamentos, hasta que Pompei marcó el final. Otro fin de semana de frustración para un equipo que no le encuentra la vuelta a la situación y que ve como se acerca la hora del desenlace.